lunes, 14 de diciembre de 2009

Rodrigo Carazo Odio: “Tiempo y marcha”

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

La insatisfacción contra las empresas transnacionales que, en el esquema de la división internacional del trabajo, habrían de ser las operadoras de la extracción de materias primas en las economías meridionales , como también de la tradicional estructura productiva, basada en agroexportaciones hacia las metrópolis estadounidenses y europeas, llegó a nutrir las mentes de líderes como Rodrigo Facio Brenes, convencido a la vez del pensamiento económico de modernización de la economía de John M. Keynes.

Facio se propuso reeducar, entre otros, a prominentes jóvenes políticos como Luis Alberto Monge Álvarez, Daniel Oduber, Carlos Monge Alfaro, Gonzalo Facio y a Rodrigo Carazo, tras ellos seguir luego a Raul Prebisch, un economista que propuso la tesis económicas de fortalecer el desarrollo hacia adentro (o capitalismo industrial nacional), con mercados internos protegidos y adjuntos a sistemas integrados, como ocurrió en Centro América, capaces de sustituir importaciones de bienes y servicios, así como de superar la economía agrícola convencional, sustentada en el café, los productos tropicales y los pecuarios.

La campaña impresionante de 1970 contra la transnacional ALCOA, la que había efectuado con el gobierno de Costa Rica un contrato-ley, del tipo “banana republic”, ya de por sí desacreditados, se transformó en el primer reto de esa generación, en especial para Carazo. Dicha compañía iba a explotar la bauxita en el Valle del General, lo cual provocó una resistencia entre los intelectuales, estudiantes, sindicalistas y en varios partidos políticos. A partir de aquí y fungiendo como diputado, Carazo ganó renombre.

La Guerra Fría estaba en su punto culminante, lo que favoreció la coalición entre socialdemócratas criollos y la izquierda nacional, a fin de lidiar contra esa compañía estadounidense. Asimismo, el Partido Comunista se aprestaba a recobrar su legalización, como en efecto ocurrió inmediatamente después, por lo que había razones ideológicas para sumarse a aquellas movilizaciones sociales.

Expresaba un autor, cuyo nombre olvidé, que "la inteligencia es rebelde". Pienso que sobre esta sentencia, adicionada al recuento de los hechos de la ALCOA, hay suficiente material para resumir la fogosa conducta cívica del expresidente Rodrigo Carazo Odio. A la sazón, resulta inexplicable el humanismo y la elevada capacidad espiritual del “Macho” Carazo, sus distintivos, sobre todo, teniendo en cuenta, los ambientes políticos agitados por los que transcurrió buena parte de su vida.

Por supuesto, que esas virtudes estaban lejos de su actuación presidencial de aceptar imposiciones o condicionamientos foráneos, derivados de algún poder ajeno a los intereses de la nación, aunque en ciertos momentos se excedió. Es innegable que incurrió en errores serios, pues con frecuencia se fijaba de manera compulsiva una postura gubernamental, la que ninguno de sus colaboradores inmediatos podía enmendar. De ahí que el presidente Carazo debió soportar un sinnúmero de ataques dirigidos a la yugular.

Lo singular de su personalidad, fue que casi nunca perdió la compostura y la ecuanimidad. Ni siquiera se descontroló en su misión de sujetar las riendas de este país,en momentos aciagos y complicados. Que se recuerde, tampoco miró a sus adversarios como enemigos, ni respondió contra ellos con odio, revanchismos, menos en abordarlos con displicencia o emplear la persecución personal: lo último de la pequeñez de los hombres.

Tal personalidad recia rimaba con su acendrada convicción por los principios de los derechos humanos. Para Carazo, el respeto a la dignidad e integridad del ser humano estaban por encima de cualquier diferencia o antagonismo. Este atributo desembocó en su principal logro diplomático durante su gestión, ya que en San José se estableció la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una institución judicial autónoma de la Organización de los Estados Americanos, cuya finalidad es la aplicación e interpretación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y de otros tratados concernientes a esa disciplina.

Inspirado en esa ética universal, Carazo contribuyó a conformar un bloque latinoamericano, a fin de derrocar en 1979 la dinastía de la familia Somoza en Nicaragua. Desde ese entonces, Venezuela, Colombia, el Ecuador, Panamá y México respaldaron la justa injerencia de Costa Rica durante la guerra sandinista. El propio Presidente de los Estados Unidos de América, Jimmy Carter, observó de reojo la persistencia de Carazo y de ese bloque de países de respaldar a los insurgentes, que buscaban la desaparición de la tiranía somocista que dominó ese país por cuatro décadas. Una dictadura que de por sí daba por sentado que la democracia costarricense era una de sus principales amenazas, como lo fue también para los restantes gobiernos autoritarios de Centro América.

El hilo conductor del gobierno de Carazo descansó en las ideas de “la promoción humana”, las cuales estaban asidas a la misión y responsabilidad de la sociedad civil, como copartícipe del desarrollo político y social de la comunidad nacional. Igual de consecuente y sin ser un “tercermundista” de esos que han reflotado, Carazo se solidarizó con las tendencias regionales y globales, que han proclamado mayor equidad en los términos de intercambios económicos y comerciales. Por eso se acercó al Movimiento de los No Alineados, la UNCTAD y el GATT.

Carazo había nacido en la cuna del Partido Liberación Nacional. La afinidad política con don Pepe Figueres fue inquebrantable, a pesar del divorcio momentáneo, dado que el Macho Carazo enfrentó la candidatura de 1970 de su mentor, por lo que era lógico suponer que saliera derrotado. En 1973 creó su propio partido político. El afecto mutuo, se evidenció en los tiempos críticos de la administración, cuando don Pepe por ningún motivo desamparó a su delfín, incluso juntos disfrutaron la caída de Anastasio Somoza ll. En las lides contra las tiranías latinoamericanas, los dos políticos poseían gruesos expedientes, especialmente Figueres, quien había organizado la Legión de Caribe. Sin embargo, en las colaboraciones a favor de los sandinistas, Costa Rica cargó con responsabilidades y riesgos al contagiarse con la aparición del grupo cuasi terrorista de "La Familia", organizado acá por los sectores más extremistas de la guerrilla centroamericana.

Los liberacionistas le cobraron a Carazo el haber abandonado la agrupación y aliarse con los adversarios históricos, a saber, el calderonismo y en especial con la clase cafetalera, ésta que comenzaba a decaer, y con quien en ese momento el Partido Liberación Nacional sostenía una férrea disputa ideológica. La cual inició, precisamente, Pepe Figueres y Rodrigo Facio Brenes, ya que estos últimos apostaron por la consolidación del Estado intervencionista, que según ellos debía de participar en la asignación de los recursos, además de convertirse en productor directo en las actividades económicas (industria, tecnología, banca, servicios e infraestructura) en las cuales el sector privado local estaba limitado a incursionar.

Las estructuras pluriclasistas del Partido Liberación Nacional, similar composición a las del calderonismo histórico, en el que la clase media (urbana y rural), más los pequeños y medianos empresarios han contado con un peso enorme, presagiaban la posibilidad de una fusión, ya que en realidad ambas formaciones construyeron el Estado protector. En parte, Carazo y su grupo hicieron realidad tal asociación, imposible de concretarse con vigor por los resabios de la guerra de 1948. Siendo de los gobiernos más liberacionista, Carazo defendió el Estado social de derecho, por lo que atrajo al calderonismo, que había andado a la deriva tiempo atrás.

Dentro de la diversidad de sectores políticos que recompusieron la oposición antiliberacionista, dirigida por Rodrigo Carazo, al final se impuso la fracción social que propiciaba la liberalización de los precios de los bienes y servicios. De este modo, la economía experimentaba continuas fluctuaciones hacia arriba en el valor de los productos, en particular los alimentos, cuya carestía fue aliviada con la creación de las Ferias del Agricultor, insuficiente para detener la especulación y el desabastecimiento que tuvieron cabida en aquella desregulación y descontrol.

Por su parte, la moneda costarricense se devaluaba a niveles dramáticos, lo que sostuvo a los cafetaleros exportadores que registraron bajonazos de precios en los mercados internacionales, al tiempo que se reducían los ingresos fiscales para financiar el gasto público y honrar la deuda externa, impagable en aquellas circunstancias. Tras eso, los incrementos en los precios del petróleo aceleraban la inflación interna. Por su lado, los bienes de capital importados se encarecían, todo lo cual desactivaba la producción nacional.

El Presidente Carazo se negó rotundamente a aplicar las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que presionaban por el desmantelamiento de las instituciones sociales del Estado, además que promovían la privatización de los servicios públicos, fundamentales para la vida de los ciudadanos. Ante ello, su gobierno fue objeto de restricciones crediticias por parte de los organismos internacionales. Por esto también, Carazo entró en serios conflictos con el sector empresarial y con su propio partido político, al extremo que su gobierno estuvo a punto de caer, cuestión que se pudo evitar, merced a que don Pepe Figueres y la fracción legislativa del Partido Liberación Nacional lo impidieron.

El panorama político regional era desfavorable. La guerra centroamericana cobraba auge en los tiempos de Carazo. Estaba cerca de arrancar la guerra civil en El Salvador; las masacres de indígenas y campesinos en Guatemala eran repetidas. El régimen militar (blando) en Panamá entraba en una faceta de cuestionamientos. La instalación de los sandinistas en el gobierno de Nicaragua era fuente de incertidumbre y controversia con los Estados Unidos de América, toda vez que la desinversión comenzó a repercutir en la producción y en el ahorro regionales, aunque en el gobierno de Luis Alberto Monge la cooperación y el crédito vinieron a mejorar, al menos en Costa Rica.

Como es usual, la izquierda costarricense realizó una pésima lectura del panorama nacional y regional de la época, a pesar de haber colaborado con Carazo a derrocar la dictadura nicaragüense. Después vino a complotar contra el gobierno, organizando huelgas en el Caribe costarricense, lo cual encendió el malestar contra el gobierno, que, al sentirse amenazado, adoptó como castigo, cerrar el Consulado de Costa Rica en Cuba, lo escaso que había de comunicaciones entre ambas naciones.

En suma, para que un político sea completamente exitoso, la suerte tiene que acompañarlo. Quizá eso fue de lo que careció don Rodrigo Carazo durante su gestión presidencial. Amó a Costa Rica hasta el final de sus vidas, en ello residió su grandeza… incluso él toleraba que en este amor se discrepara.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Las manos de Barack Obama en Honduras y Afganistán

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Así como el caso de Honduras inauguró la diplomacia (multilateral) del Presidente Barack Obama, en especial, sobre la línea de conducta por seguir en el súbito derrocamiento del Presidente Manuel Zelaya, la decisión de la semana pasada de aumentar las tropas estadounidenses en Afganistán, adicionando 30.000 soldados, ha puesto de relieve la coherencia de la Administración, en el sentido de restringir la política de predominio unilateral y del poderío militar en los distintos ciclos de conflicto, que en menor o mayor grado, causan inestabilidad o los que en definitiva amenazan la seguridad nacional de la única superpotencia económica y militar.

La solución hondureña evidencia que Washington continúa siendo influyente en Centroamérica, con todo y que este istmo (y la propia región latinoamericana) es bastante marginal en la cúspide de sus prioridades. A diferencia de las alucinaciones bolivarianas y brasileñas, que se engañaron en que la Casa Blanca lo había relegado, por lo que se podía hacer mesa gallega; al final la diplomacia estadounidense, se deshizo de acciones unilaterales practicadas por George W. Bush, aunque determinó el curso de acción - ajeno de imposiciones -, al reconocer el resultado de las elecciones que dieron como ganador al derechista Porfirio Lobo, donde además participó libremente el 60% de la población, un porcentaje que superó las votaciones generales anteriores.

Hoy Honduras cuenta con tres presidentes (Zelaya, Micheletti y Lobo), un hecho atípico, que origina riesgos residuales, los cuales se encaminan a mantener viva la resistencia contra el golpe, como también frente al próximo gobierno que a inicios del año entrante asumirá el poder. La sociedad hondureña se polarizó, además en los pasados comicios sí hubo “vencedores y vencidos”, por lo que es incierto poder restañar pronto las heridas. Como es incierta también la propuesta de que las Partes envueltas en la confrontación recompongan el diálogo y los Acuerdos de San José/Tegucigalpa, ya que los esterilizaron desde un principio, de ahí la tediosa prolongación de la ruptura del orden institucional.

Múltiples actores intercedieron en Honduras, en cuenta la Organización de los Estados Americanos (OEA), que salió esta vez del letargo e inmovilismo que la han amenazado con consumirla. Sin embargo, como la OEA, tampoco salieron bien librados países solos como el Brasil con su jactanciosa “Doctrina Lula: América para los brasileños” (Sandra Borda Guzmán, 2009), con la cual ambiciona desplazar el predominio de los Estados Unidos de América en el subcontinente, naciendo así el confuso respaldo brasileño a Zelaya, lo que devino en incrementar los temores acerca de la peligrosa injerencia extranacional en medio del conflicto interno, el cual era facultad soberana de la sociedad hondureña solucionar.

Reduciendo el aislamiento de cuatro meses, Washington dotó a Honduras de energía política, apoyando el desenlace de los comicios. Excepto Brasil y las naciones del ALBA que los califican de ilegítimos, siete naciones latinoamericanas se han pronunciado a favor de ellos. Mientras que el resto de la comunidad internacional se mantiene todavía reservada, hasta mejor oportunidad de valorar, tal como quedó expuesto en la XIX Cumbre Iberoamericana, que tuvo lugar en Lisboa, el 1 diciembre 2009.

Por lo visto, la diplomacia estadounidense subsanó las debilidades del multilateralismo, a fin de mitigar parcialmente la crisis política de Honduras, por lo que corresponderá a Porfirio Lobo persuadir a la comunidad internacional a que, en efecto, se ha alcanzado la normalidad institucional, a través de un proceso electoral, que ha estado ayuno de cuestionamientos graves.

La otra asignatura sin solución es todavía Afganistán, cuya guerra , como la prisión de Guantánamo y la otrora intervención unilateral en el Irak, se ha vuelto impopular dentro de la opinión del público estadounidense, quien la tilda como el segundo Viet Nam. Obama dispuso mantener las tropas estadounidenses hasta julio del 2011 con el propósito de vencer la alianza terrorista de Al Qaeda y los Talibanes, la cual ha extendido sus redes y poder de fuego en el Pakistán (nuclear), golpeado fuertemente este año. Asimismo, decidió respaldar las operaciones militares enviando otros 30.000 soldados americanos, suficiente para acabar contra la sociedad terrorista que ambiciona poseer armas destructivas; al mismo tiempo, el mandatario demandó a sus 43 aliados, organizados por la OTAN, mayor compromiso con la guerra antiterrorista, la cual legitima la Organización de las Naciones Unidas.

Con todo, el Presidente Obama rechaza la idea de seguir librando una guerra interminable en esa nación (epicentro del terrorismo fundamentalista), como iría ocurrir en el Irak en tiempos de Bush y sus halcones. Por el contrario, se busca elevar la estatura internacional de los Estados Unidos de América. Entonces, a partir del segundo semestre del 2011, el gobierno de Afganistán deberá asumir sus responsabilidades de garantizarle a su propio pueblo seguridad interna y prosperidad.

A la vez en el orden de la nueva estrategia de Washington se contempla el entrenamiento de las fuerzas armadas afganas y mayores exigencias al Presidente Hamid Karzai a que depure la administración corrupta e ineficaz, en la que descansa su gestión gubernamental. Igualmente, queda abierta la posibilidad de aceptar el diálogo con aquel segmento de los Talibanes, opuestos al radicalismo de Al Qaeda, lo mismo que continuar con los acercamientos y entendimientos con la civilización musulmana.

Todo lo anterior quiere decir que el matonaje verbal y la arrogancia se han ido alejando de los pronunciamientos de la Casa Blanca; en su lugar, dice Obama, se debe recurrir a la persuasión moral como la base del poder de esa nación, lo cual no deja de ser un patrón de comportamiento, digno de ser imitado también en cualesquier ambiente humano.