lunes, 31 de agosto de 2009

Y más sobre Centroamérica

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Las naciones del istmo, como Guatemala, El Salvador y Honduras, están azotadas por la violencia, la que a su vez constituye un factor de estancamiento económico y de profundización de la pobreza. Las cifras de homicidios son dramáticas en esos países, por eso se dice que esa falta de temor a la muerte se ha transformado en una versión de guerra actualizada.

Las redes del narcotráfico han enquistado a esas tres naciones. Las organizaciones criminales han instituido, incluso, un Estado paralelo en la capital de la antigua Federación Centroamericana, acelerando las bases frágiles de su institucionalidad cuasi democrática.

Solo para poner un ligero ejemplo: los homicidios en Guatemala de tres personalidades políticas salvadoreñas dejó entrever la coordinación eficaz de las sofisticadas organizaciones que entraña dicha actividad delictiva transnacional. Por su lado, la inmunidad de algunos diputados del PARLACEN no en pocas ocasiones ha entrado en escena en el fenómeno delictivo

El tráfico ilegal de armas acompaña tal tipología de sociedad oscura, lo mismo que el lavado de dinero y las interconexiones de capitales opacos. Hace poco hubo temor de una posible infiltración de la mafia rusa particularmente en Honduras, o bien que las pandillas de “las maras” pudieran ser un terreno fértil de las organizaciones terroristas del Medio Oriente.

Lo cierto es que los cárteles mexicanos, que dominan los mercados de la droga en los Estados Unidos de América, fortalecen los tentáculos en el norte del istmo, lo que significa que se ha ampliado la sociedad criminal, emprendida en un inicio por las bandas colombianas.

La complicidad de un sector del Poder Judicial, la policía y de las Fuerzas Armadas con el negocio de la narcoactividad se ha ido repitiendo de manera alarmante, especialmente en las instituciones guatemaltecas y hondureñas. La campante impunidad ha sido la respuesta, de ahí la frustración de la sociedad civil por contener el desencadenamiento del crimen organizado. En Nicaragua la impunidad es tal que don Ortega y don Alemán (con sus camarillas), son los grandes líderes de un Estado ya descompuesto al extremo.

En otros ámbitos, la discriminación racial contra los indígenas es un fenómeno irreversible en la tierra del quetzal. Honduras adolece de ese apartheid, aunque es menos impactante en comparación con su vecino del norte. Ahora nos enteramos que las poblaciones indígenas de varias regiones guatemaltecas están sumidas en la hambruna y la desnutrición; en la zona norte de Nicaragua ocurrió lo mismo hace cinco años. Lo que denota el escaso convencimiento que se tiene de aquel postulado que expresa que “la democracia significa también comer como lo hacen los demás”.

De ahí que naciones que registren hambrunas y agua insalubre son incapaces de ser llamadas democráticas; ya que ello solo suele suceder en muchas aldeas afganas y en casi toda África (Ramón Lobo, 2009), esta última conformada por Estados fallidos. Resulta vergonzoso reconocerlo, pero en medio de la globalización, Centroamérica continúa girando en torno a la pobreza, la violencia y la exclusión.

Tanto ha sido el tiempo perdido en declaraciones políticas nacionales y regionales altisonantes, para llegar a desembocar hacia una realidad curtida de retrocesos sociales, a la que se añaden las vendettas de los politicastros hondureños, como un hecho súbito, las que han puesto a renquear, mayormente, la integración centroamericana.

lunes, 24 de agosto de 2009

AMERICA DEL NORTE DIALOGA

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El presidente estadounidense Barack Obama, el presidente mexicano Felipe Calderón y el primer ministro canadiense Stephen Harper se reunieron en Guadalajara en agosto de este año en el ámbito de la Cumbre de los líderes de América del Norte, por cierto uno de los tres poderosos bloques regionales, junto con la Unión Europea y el Asia Pacífico.

De dicha cita emitieron una declaración conjunta en la que resaltaron como fundamentos la competitividad global, la promoción del bienestar de los ciudadanos de esas tres grandes naciones, lo mismo que el compromiso de conceder mayor seguridad a esa área del hemisferio.

En el texto se deja sentada la interdependencia existente entre ellos: “…nuestros lazos cada vez más profundos, son una fuente de fortaleza…los retos y oportunidades en uno de los países de América del Norte nos impactan a todos”.

Con menos controversias económicas, ese bloque de naciones norteamericanas ofrece un ejemplo diferente que el del polémico MERCOSUR y el de la propia Unión Europea (UE), cuyo comportamiento monolítico es a veces puesto en duda. Continúa evocando dicha declaración: “La cooperación en Norteamérica se fundamenta en valores compartidos, la complementariedad de nuestras fortalezas y en el dinamismo de nuestros pueblos… trabajando juntos podemos ayudar a nuestras sociedades a prosperar en el desafiante, competitivo y promisorio siglo que tenemos por delante”.

Y en esto último, Obama y sus socios citan la lección siguiente: “La respuesta coordinada de América del Norte al brote inicial del virus de Influenza H1N1 ha demostrado ser un ejemplo global de cooperación. Establecimos un ejemplo de respuesta conjunta, responsable y transparente, permitiendo a otras regiones reaccionar con rapidez para proteger a sus poblaciones”. Esto es un hecho cierto, en el caso de México hay que abonarle su capacidad de haber reaccionado sin demoras en la aplicación de medidas sanitarias acertadas.

Sin embargo, estos esquemas de integración incurren a veces en una retórica que los impulsa a orillarse de la globalización. En cuanto a sus éxitos de haber enfrentado el virus del H1N1, los tres gigantes reafirman su voluntad de trabajar “juntos para aprender de experiencias recientes y preparar a América del Norte para la próxima temporada de influenza, lo que incluye incrementar nuestras capacidades de salud pública y facilitar el intercambio eficiente de información entre nuestros países”. ¿Entonces el resto del planeta que se la juegue como pueda?

En relación con los desequilibrios que estremecen al sistema económico internacional, la declaración omite la necesidad de tomar en consideración las políticas anticícilicas (o preventivas), en especial el sostenimiento de presupuestos estructurales con superávit, como curso de acción de enfrentar futuros deterioros financieros, como correctamente lo ha planteado el expresidente chileno Ricardo Lagos. En cambio, los tres países norteamericanos hacen hincapié solo en la recuperación de la actual crisis global como prioridad, así como “en la creación de respuestas eficaces…incluyendo el fortalecimiento de las instituciones financieras internacionales”. A pesar de que tales organizaciones eludieron hacer advertencias sobre el riesgo que significaban las burbujas liberadas en Wall Street, como también del peligroso déficit presupuestario de los Estados Unidos de América.

“Nuestras economías integradas son un motor de crecimiento”, agrega la declaración norteamericana. Dicha aseveración peca de haberse librado de dar lecciones a varias naciones ubicadas al centro y sur del hemisferio, pues se olvidó de manifestar que la democracia funcionará siempre que exista una base material que es el crecimiento económico con equidad social.

Una asignatura calificada como marginal en América Latina, a saber, el desarrollo de las fronteras comunes, en esta ocasión de la cumbre resulta ser bien delineada por los gobernantes Obama, Harper y Calderón: “Estamos invirtiendo en infraestructura fronteriza, incluyendo tecnología de punta, para crear verdaderas fronteras modernas que faciliten el comercio y la operación ágil de las cadenas de suministro, protegiendo nuestra seguridad. A partir de estas inversiones, trabajaremos juntos para fortalecer la preeminencia de nuestra infraestructura transfronteriza, la cual sustenta el bienestar de nuestras sociedades y economías”.

Siguiendo con la declaración, me pregunto que pensarán los sindicatos estadounidenses proclives a Obama con el contenido de este párrafo: “El comercio de América del Norte es un componente vital de nuestro bienestar económico, y respetaremos nuestras responsabilidades internacionales y evitaremos medidas proteccionistas”. Está presente acá la sombra de George W. Bush; a diferencia de Obama, él se expuso como adalid del libre comercio.

Tanto es así que la cuestión de los derechos laborales y las medidas ambientales dejarán de ser elementos bastante incómodos en las relaciones comerciales en América del Norte, ya que sus gobernantes proclamaron en Guadalajara que buscarán “promover el respeto de los derechos laborales y la protección del medio ambiente, a través de un diálogo continuo para abordar el funcionamiento de los acuerdos paralelos laboral y ambiental”. Esto quiere decir, que aquello se contrapone al término “condicionalidad” al que en extremo apuestan los sindicatos estadounidenses, o bien, que fue suavizado con la introducción del “diálogo continuo” en la declaración, con miras a concretar los acuerdos comerciales que restan.

No es para menos, los pronunciamientos sobre la complejidad del conflicto hondureño encontraron también cabida en dicha cumbre de Guadalajara, repitiendo las buenas intenciones, como al abordarse las sensibilidades del cambio climático. Lo que sucede es que “el tremendismo” se está apoderando de las reacciones de la opinión pública, algunos dicen por allí que Haití en estos momentos se ubica en mejor posición política que Honduras, ello si nos dejamos llevar por las declaraciones de Micheletti de este fin de semana. De cualquier forma, hay que guardar la esperanza en que la sordera se haya rehusado a encontrar su cauce.

lunes, 17 de agosto de 2009

Costa Rica: perseverar en los partidos políticos

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Enrique Benavides, el extraordinario escritor costarricense, una vez expresó que “un pueblo no puede vivir sin pensar…” Advertía que este acto humano de pensar es lo que hace de la política un comportamiento lógico, lo que en otras palabras quiere decir: “la razón de la política.”

Espero estar equivocado, pero percibo que en esta campaña electoral puede haber ausencia pensamiento activo, lo contrario a lo acontecido en los comicios pasados, cuando hubo un tema de fondo y de enorme trascendencia nacional como eje conductor: la aprobación del CAFTA-RD o bien la renuncia a este tratado comercial.

Sobre la base de tal disyuntiva sería la manera en que los partidos fijaron su estrategia, además de formular su programa de gobierno alrededor del interés u oposición al tratado. El punto clave fue que el gobierno de don Abel Pacheco se había abstenido de tramitarlo al Congreso, lo que dio oportunidad para que el acuerdo fuera debatido en una fogosa y sin par campaña política. Lo que siguió después es historia sobradamente conocida.

Todavía cuesta comprender la oferta de argumentos centrales de cara a estos comicios. Lo cual pone de manifiesto la debilidad ideológica y doctrinaria de las formaciones políticas costarricenses, que repercute negativamente en el avance de la institucionalidad democrática. Hasta el momento el discurso se ha limitado, a la ligera, a cuestiones funcionales y operativas, derivadas de una próxima gestión gubernamental.

En cambio, es preocupante la ausencia de pronunciamientos sobre aquella visión de sociedad donde se combine el libre mercado y la protección social, la construcción de voluntades y esperanzas, así como el control de los riesgos e imprevisiones económicas y ambientales aún frecuentes en el ámbito doméstico e internacional.

Tales limitaciones se ven agravadas ante “el folklore”, como diría Benavides, que se respira en las asambleas generales de los partidos, particularmente en la competencia (“o la fiebre”) que mueve a los líderes por alcanzar las posiciones privilegiadas en la nómina de las diputaciones. Ninguna formación se salva de las reacciones pintorescas que han salido a relucir en estos días.

Si no hubiera sido por la habilidad de la actual administración, en lo concerniente a “serenar” los desequilibrios económicos y financieros globales de estos dos últimos años, tal como lo comprueban las cifras del índice mensual de la actividad económica (IMAE), a estas alturas habría serias preocupaciones entre los más diversos sectores productivos y sociales, a causa de los pírricos planes de contención que manifiestan tener dichas organizaciones; cuya misión comienza a desplazarse hacia otras agrupaciones de la sociedad civil mejor calificadas, a saber, las cámaras empresariales, medios de comunicación, colegios profesionales, universidades y algunos sindicatos, etcétera.

No es de extrañar la iniciativa de estos grupos sociales de fomentar una especie de “diálogo social” en Costa Rica, lo que en el fondo significaría poner al descubierto o más bien reconocer las deficiencias de los mecanismos propios de la democracia representativa. Por supuesto, que todo ello es contraproducente, dado que las reglas del juego democrático y el poder resolutivo descansan en la Asamblea Legislativa, cuyos protagonistas vitales son los partidos políticos.

A pesar de todo, en este proceso electoral se debe de obligar a los partidos, que son las entidades mediadoras entre la ciudadanía y el gobierno jurídico, a que hagan un salto de calidad, de suerte tal que el ideario y el plan de gobierno sean esa “razón política” a la que hacía referencia Enrique Benavides.

Por su lado, a los costarricenses les corresponderá entonces emplear la lógica en sus determinaciones para votar, esto es, “la mano invisible” que activa la política grande, la que proclama la defensa de la libertad y dignidad individuales, la que abre caminos de prosperidad, mejores oportunidades y aspiraciones comunes.

viernes, 14 de agosto de 2009

Reflexiones sobre las relaciones Costa Rica- Panamá

Por: MSc. Jorge Umaña Vargas.

Desde los tiempos de la Colonia ya Costa Rica y Panamá tenían una atracción entre ellas, que se vino gestando con el pasar de la historia. Existen documentos que señalan que desde 1524, expediciones se realizaban constantemente: Hernán Cortés por Centroamérica y México principalmente, pero existían expediciones que venían desde Panamá y otros capitanes que venían desde Santo Domingo. Tomando en cuenta esta perspectiva, lo importante es señalar cómo incluso en esos tiempos expediciones generaban relaciones entre lo que ahora son los territorios de Panamá y Costa Rica.

Estas relaciones se fueron fortificando de manera natural a lo largo de los años. Costa Rica siempre miró a Panamá. A pesar de ciertas fricciones aisladas como lo fueron la toma Bocas del Toro (que en realidad permanecía bajo el dominio de la Gran Colombia en ese entonces) o la Guerra de Coto, el comercio y las relaciones entre ambos fueron bastas.

Durante los tiempos de las gestas independentistas y de muchos caudillos en América Latina, estos pueblos tenían un comercio intenso. Es preciso recordar que dicho comercio era ilegal e incluso ajeno a los intereses y conocimiento de las autoridades en Cartago y Panamá, era un comercio de contrabando que subsistió durante mucho tiempo.

El enclave bananero de control transnacional, sin vínculos que se proyecten en la dinamización de otras actividades y esferas de las economías nacionales, fueron características de la economía de ambos pueblos durante el siglo XIX y XX. Al igual, haciendas ganaderas y de producción de grano básico, dispersas y reducidas concentradas en espacios latifundistas, así como cordilleras montañosas en desuso eran parte del panorama bilateral.

A mediado del siglo XX surgen proyectos energéticos, de servicio al capital internacional y agroindustrial que tiende a dinamizar el conjunto de relaciones económicas y sociales bilaterales[1].

El fenómeno migratorio no se escapa de la relación bilateral y está íntimamente asociado a proyectos empresariales que se desarrollan en la región, en especial a partir de la fuerza laboral de la zona, muchas veces mal pagada. Por su parte, la primera acción concreta de ambos pueblos a una cooperación más especializada se realiza en una binacional de febrero de 1984, sobre un Convivio de Salud, acordando un programa coordinado de vigilancia epidemiológica, de enfermedades transmisibles y problemas comunales[2]. Ese mismo año, se concretó el proyecto “Parque de la Amistad”, que se mantiene hasta la actualidad.

Desde el año 2007 Costa Rica y Panamá mantienen un tratado de libre comercio que busca dinamizar el comercio y la inversión bilateral entre dos vecinos, que como se ha visto, poseen una larga trayectoria de confraternidad. A mediados del 2009 se realizó una reunión bilateral que intentó abrir nuevos espacios de cooperación y hermandad entre los pueblos.

Tal parece que la atracción natural entre estos dos pueblos se ha mantenido durante diversas etapas y períodos a lo largo de la historia, y de manera continua. Situación que en vez de alejar a los países debe ser aprovechable, buscando una integración, con quienes naturalmente han demostrado ser más compatibles con los intereses costarricenses, que los vecinos del norte que por largo rato se ha intentado establecer métodos de integración hasta el día de hoy fallidos, precisamente por las marcadas diferencias entre las partes. Se espera que los procesos de acercamiento con Panamá se concreticen cada vez más, en aras de lograr un desarrollo palpable para la región, sabiendo que también se puede mirar al sur como medio para lograr desarrollo integral entre ambos pueblos.

[1] Smith, David A. “La frontera Panamá- Costa Rica: relaciones económicas y sociales”. Revista de Estudios Sociales Centroamericanos, N. 40 Enero- Abril, 1986. Pág. 66. Consultado el 13 de agosto de 2009, desde: http://www.iadb.org/intal/intalcdi/integracion_latinoamericana/documentos/118-Comentarios_3.pdf
[2] Ibíd. Pág. 70.

lunes, 10 de agosto de 2009

Estados Unidos de América: cooperación entre culturas

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

En contra de la voluntad de los republicanos y de los sectores conservadores, Sonia Sotomayor se convirtió en la primera juez vitalicia latina en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, al jurar al cargo este fin de semana. Así lo informa la prensa mundial. Por su parte, la página de Internet “el.mundo.es” apunta que los hispanos confirman su ascensión política en la Unión Americana, tras ser esta mujer tenaz nombrada como magistrada.

Más allá de esta ascensión, resta solo confirmar que la comunidad latina, en efecto, prospera en la máxima potencia mundial. En cambio, a estas personas y a sus hijos se les negaron las oportunidades en sus propios países de origen; pero en el coloso del norte, incluso, han logrado conquistar posiciones en el Senado y en la Cámara de Representantes. La mayoría proviene de humilde extracción social, como el caso particular de la juez Sotomayor, una mestiza puertorriqueña.

Como la madre de la nueva magistrada y otros latinos exitosos, posiblemente, en las naciones donde dejaron su ombligo, hubieron de tener un limitado destino, desde antes marcado, pues, dicho sea verdad, la precaria cohesión interna, la angosta movilidad social, la prolongación de las élites políticas y económicas (hasta raciales), así como la persistencia de patrones de conducta social viciosos tales como la demagogia, la corrupción, el populismo, el clientelismo, el imperio de la venganza y la mediocridad, han sido, todos ellos, los antivalores y el denominador común en la mayoría de las sociedades políticas latinoamericanas.

El monto voluminoso de las remesas en dólares enviadas por los emigrantes a sus familiares, habla por sí solo, ya que constituye parte de la proverbial realidad y de la fortaleza de la comunidad latina residente en los Estados Unidos de América. Los ingresos por remesas cubren un apreciable porcentaje del producto interno bruto de naciones como México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Ecuador y del mismo Colombia. De no ser por la entrada de esos recursos, quizás esos países estarían lidiando con niveles superiores de desigualdad y pobreza.

Dentro de esto mismo, los gobiernos de esos países parecieran ser indiferentes en lo que respecta a la desintegración de los grupos primarios como la familia, a causa de las emigraciones, sin embargo, luego se lamentan del fenómeno de la proliferación de bandas criminales, quienes erosionan de forma dramática el entorno y los lazos de convivencia sociales, cuyo factor de riesgo descansa precisamente en la falta de compromiso y responsabilidad estatales de garantizar a sus ciudadanos mejor calidad de vida y acceso a las estructuras de decisión. Lo que en otro lenguaje significaría nada menos que la protección de la dignidad e integridad de sus habitantes, así como del derecho inherente a no emigrar.

He aquí el triunfo de la esperanza. Los ciudadanos norteamericanos de origen hispano son ahora como un "gigante político dormido" (Ricard González Washington), la política les ha comenzado a interesar en mayor grado, lograron mejorar sus vidas, de ahí que fueron determinantes en el triunfo del líder afroamericano Barack Obama. Por eso se comenta que la elección de la señora Sotomayor en el Supremo Tribunal acarreará a la comunidad hispana mayores oportunidades de acumulación de influencia en la política estadounidense. Ya ha ido conquistando terreno en las instancias culturales. Miles de estadounidenses demuestran enorme entusiasmo por aprender el idioma castellano. La literatura, las artes plásticas, la música, la cocina, la moda latinoamericanas han ido acaparando espacios dentro de las preferencias del público anglosajón.

La sociedad pluralista estadounidense apuesta de forma inteligente por “los Sotomayores”, los asimila y los integra. Mientras que las minorías étnicas de los países latinoamericanos sufren las consecuencias de enfrentar a sus gobiernos mediante la violencia, porque estos les irrespetan sus tierras ancestrales o bien padecen de completa exclusión del disfrute de la riqueza nacional.

En el venturoso Chile, el que encabeza la carrera armamentista en la región, los indígenas mapuches libran fuertes protestas contra la administración socialista de Michelle Bachelet, por cuanto se sienten marginados de los beneficios del crecimiento económico; un complicado dilema que le puede costar bastante caro al partido oficial de la Concertación en las elecciones generales de este año. Alan García en el Perú tilda de terroristas a los indígenas, solo porque se defienden del ejército, para evitar el saqueo de sus territorios.

En la política de los Estados Unidos de América acontece todo lo contrario con las minorías: un afroamericano y una latina, hoy son rectores de una sociedad libre y democrática, por cierto atacada constantemente, aquí cerca, por algunas “rémoras (petroleras) que viven de la Guerra Fría”, éstas incapaces a la vez de mirarse en un espejo.

lunes, 3 de agosto de 2009

LAS SUBCULTURAS

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El concepto subcultura es de uso común en las ciencias sociales. Hace referencia a un grupo de personas con un conjunto distintivo de comportamientos y creencias que les diferencia notablemente de la cultura hegemónica y de la ideología oficial nacionales, de las que forman parte, pero que rechazan.

Las cualidades que determinan que una subcultura aparezca pueden ser étnicas, geográficas, religiosas, políticas, económicas, morales o una mezcla de ellas. Las subculturas se definen frecuentemente por su resistencia a los valores de la cultura dominante a la que pertenecen; aunque esta definición puede ser flexible en algunos casos, dependiendo de los grados de desigualdad sustancial, ya que hay excepciones a la regla, que permiten transitoriamente la coexistencia entre la subcultura y la cultura, contrario a la oposición abierta y radical.

No obstante, al haber dentro de la segmentación cultural, una profunda desigualdad y marginalidad, se tornará inminente el conflicto, nacerá la coerción y la fuerza de la violencia, hasta trasladarse a las relaciones sociales y las actividades económicas productivas. En este fenómeno, la subcultura erosiona la sociedad política y la sociedad civil y al gobierno jurídico (Antonio Gramsci, 1932), tal como es palpable en México y Guatemala, con el ascenso vertiginoso de las organizaciones criminales, capaces de instaurar Estados paralelos. Así también, con las sectas islámicas fundamentalistas, particularmente los Talibanes en Afganistán y Pakistán, ahora aún Nigeria, cuyos tentáculos se manifiestan sólidos en su pretensión de imponer la ley Sharia, especialmente en el norte de esa nación africana.

La modificación regresiva de las civilizaciones indígenas en América, a causa de la dominación española, así como lo experimentado por innumerables etnias primitivas del África, lo mismo que en buena parte del Asia, como consecuencia de las colonizaciones europeas a la fuerza, ha representado el material histórico para la aparición de subculturas en la Era Moderna. Estos grupos humanos postergados son “las almas simples” (Gramsci, ibídem) de la civilización industrial y de la tecnología de la información. Esto mismo se convierte en dilema sin solución, cuando aparece gobernando Evo Morales en Bolivia: un producto de la miopía de la cultura oficial, si es que en se país ha habido esto último, ante la ausencia de cohesión social.

Continúan siendo “almas simples” (o subculturas) los estamentos inferiores del régimen de castas en la India, resultado de la dirección religiosa, ideológica y cultural, revestida de coerción y vinculada de manera orgánica al poder de las clases hegemónicas (idem), allí integrados los intelectuales. Asimismo, el mundo árabe se ha constituido en un enjambre de subculturas, es decir, distintos grupos humanos, receptores a solas, del sistema de valores, que fundamentados en el Islam, han sido modelados por monarquías y gobernantes despóticos y corruptos, lo que representa a su vez el material ideológico e histórico en la justificación de su hegemonía en toda la sociedad.

Por eso, el surgimiento de agrupaciones privadas en el Medio Oriente, a saber las escuelas o madrasas integristas, la Hermandad musulmana, Al Qaeda, entre otras, que reaccionan de manera irracional y violenta (la insurrección o la vía del terrorismo) como disgusto a la cultura dominante, que excluye y empobrece. Dichas organizaciones tienden a ganar adeptos en las clases sociales subordinadas, porque proponen otra “dirección intelectual y moral” (idem), que se aproxima peligrosamente a las frustraciones y los sentimientos de rechazo contra “el statu quo”.

Como se señaló, están cobrando enorme fuerza las bandas criminales del narcotráfico en México. Es un hecho cierto que sobreviven con el respaldo de la gente marginada (“los simples”), excluida de oportunidades sociales. En tales organizaciones se ha hecho común la adopción de fetiches propios de la contracultura, lo cual no deja de atraer al “lumpen” agrario y del sector urbano.

La introducción de tales componentes deformantes hace complejísimo el desafío contra la actividad del narcotráfico, pues corre parejo con la consolidación de una especie de subcultura, al tiempo que ésta se alimenta de las ganancias de la economía subterránea, capaz de responder, incluso, con armamento sofisticado a los aparatos represivos del Estado oficial.

Las organizaciones delictivas llamadas “maras” en el istmo centroamericano se transforman gradualmente en ejemplo de subcultura. Funcionan bajo ritos de iniciación y “códigos de conducta” atípicos, por cuanto se distancian de los patrones de comportamiento de la delincuencia convencional; de modo simultáneo esas bandas pueden ser vulneradas por símbolos irracionales externos, dada su condición material de marginalidad.

En el Irán del régimen represivo pro-occidental del Sha hubieron de satisfacerse todas las condiciones materiales que favorecieron en su momento al fundamentalismo islámico, una subcultura (extravagante) que con el correr de los años pasó de dominada a ser cultura hegemónica, constituida por ahora en factor de riesgo de Occidente, merced a sus intereses ideológicos, religiosos y políticos expansionistas, además de la amenaza que representan sus programas nucleares.

Igualmente, hay fracciones sociales dominantes que retroceden a la categoría de subculturas, al percibir como amenazas las pérdidas de cuotas de poder en la sociedad política y civil, en virtud de ciertas transformaciones positivas al interior de la ideología y cultura oficiales. Pueden citarse “los birthers”, blancos, de extrema derecha de los Estados Unidos de América, que difunden odios raciales contra la minoría latina y afroamericana; como también los ultranacionalistas de Europa, herederos del fascismo, quienes recurren a mecanismos violentos contra las etnias africanas y asiáticas.

Finalmente, permítanme suponer que en América hay acontecimientos que se salen de la tangente de todo lo que se ha descrito, pues “el ambiente de show” prevaleciente en Nicaragua con don Ortega y don Alemán, así como el de Honduras, personificado por don Zelaya y don Micheletti, no es otra cosa que el reflejo de “la infracultura”, fase inferior de la subcultura.