martes, 13 de octubre de 2009

La política internacional: un testigo en las elecciones de Costa Rica.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El proceso electoral de Costa Rica acaba de arrancar, finalizará con los comicios del 7 de febrero del 2010. La libertad y el pluralismo político dominarán el ambiente de esta campaña, distintivos de la historia republicana de un país pequeño, ubicado en el grupo de democracias sólidas y maduras.

Por esto mismo, cae bien hacer un repaso del clima político internacional, susceptible de condicionar en buena parte el debate nacional, en virtud de la naturaleza abierta y adaptable de la sociedad costarricense frente a los cambios sustanciales o bien circunstanciales, derivados del entorno global; lo que equivale a lo denominado por las ciencias sociales estadounidenses como “resiliencia”.

La recesión y los momentos críticos de las finanzas mundiales son fenómenos que pudieron haber deteriorado de manera pronunciada la economía local. Con la habilidad del gobierno y del sector privado de este país se consiguió administrar, de manera correcta, los impactos de tal inestabilidad, aunado a que en los pasados dos meses han comenzado a percibirse leves recuperaciones en los mercados y las instituciones bursátiles.

Sin embargo, continúan siendo riesgos inherentes el desempleo en los países industrializados, la débil reactivación del consumo interno, las transacciones de materias primas, al igual que la resequedad en la facilitación del crédito, lo que es de prever la exigencia de los partidos políticos de exponer ante los ciudadanos sus acciones programáticas y las propias capacidades, con vistas a mitigar los efectos domésticos causados por los deterioros en la economía mundial.

Corre parejo a lo antes dicho, la tendencia ascendente a favor de la producción de energías renovables y la reducción de las emisiones de gases, que provocan el efecto de invernadero. Estas disciplinas adquieren amplio margen en la agenda multilateral, particularmente ante las preocupaciones acerca del cambio climático, así como la volatilidad de los precios del petróleo y de otros combustibles fósiles, lo cual arrastra graves implicaciones contra la sostenibilidad global.

En el caso preciso de las compras del petróleo, dos años atrás Costa Rica había experimentado déficit en su balanza comercial, lo mismo que lograron elevar la inflación. Razón por la cual, la producción de energías renovables o alternativas tampoco se escapará de los planteamientos de los partidos.

La visión multilateralista del Presidente Barack Obama, laureado con el Premio Nobel de la Paz, supone, esta vez, la continuación de una “política blanda”, por parte de los Estados Unidos de América. Esta parece ser la ruta con la cual Obama encarará las múltiples cuestiones sensibles de la comunidad internacional, reflejándose en las posturas hacia América Latina, sustentadas en el rechazo a la intromisión de Washington en los asuntos internos de los países del Hemisferio Occidental; con la excepción de recetar al Brasil como el líder de la región.

Con todo y esa política “benigna”, hay que evitar las ilusiones acerca de un acercamiento estrecho de la Administración Obama hacia América Latina, por cuanto el interés de la Casa Blanca se inclina en resolver las disputas entre judíos y palestinos en el Medio Oriente, principal proveedor de los recursos energéticos. En el orden de prioridades, destacan también las frustraciones de la guerra en Afganistán de casi ocho años, enquistada en Pakistán, la única potencia nuclear musulmana , amenazada por los golpes terroristas, patrocinados por los Talibanes, socios de Al Qaeda.

El Irán y Corea del Norte, que ceden poco en cuanto a retroceder en sus ambiciones nucleares, comprometen a Washington en concentrar sus esfuerzos en dichas regiones neurálgicas, las cuales representan un inminente factor de riesgo para la paz y la seguridad internacionales.

En cambio, otros ámbitos de la política internacional se ubican en posiciones periféricas. Sino, obsérvese las principales acciones de Washington hacia América Latina, las que apenas se han orientado a fortalecer la cooperación con México, en el objetivo de enfrentar el ascenso de la criminalidad, provocada por los cárteles del narcotráfico, quienes comenzaron a perfeccionar sus redes en Centroamérica, bajo el peligro de que la provincia costarricense de Limón reúna condiciones de vulnerabilidad.

En este capítulo ha cobrado vigor el establecimiento de las siete bases militares estadounidenses en Colombia, acompañado de ambiguos pronunciamientos en torno a la carrera armamentista en América Latina. En tanto que la Administración Obama manifiesta una asombrosa pasividad ante la ofensiva de Francia, Rusia, el Irán y la China Popular en forjar acuerdos militares con varias naciones latinoamericanas.

Todavía están ausentes en los discursos de Washington, como los de varios países industrializados, sus políticas tangibles para con la cooperación y la ayuda para el desarrollo, enmarcados en los Objetivos del Desarrollo del Milenio, lo cual habría de favorecer a las naciones más pobres como las de Centroamérica y de Suramérica. La discriminación practicada contra las naciones de renta media, categoría en que se ubica Costa Rica, entra en tal episodio de las indiferencias.

Por otra parte, sería un error garrafal que en esta campaña electoral, los partidos políticos le den la espalda al golpe de Estado en Honduras, que además de la reaparición de los militares, asumiendo la posición de árbitros en medio de las discrepancias que resultan de la sociedad política, el resquebrajamiento puede inflamarse más al figurar en adelante grupos de paramilitares colombianos.

Si bien la nación hondureña ha poseído una relevancia mínima en la política internacional, lo cierto es que atrajo la atención a raíz del golpe, por cuanto ha hecho retroceder la endeble institucionalidad e integración democrática del istmo. Hay que tomar en consideración que Centroamérica representa un destino primordial de la producción nacional, donde a su vez se ha construido un espacio económico común, al punto de haberse negociado como bloque una serie de acuerdos comerciales, entre ellos, con los Estados Unidos de América y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.

Por lo pronto, los apetitos de poder regional del Presidente Hugo Chávez alcanzarán poca repercusión en las elecciones costarricenses, a menos que la hilaridad que produce acá el Embajador venezolano, sea convertible por algunos grupúsculos locales en fragmento del “Libro rojo bolivariano”.

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