lunes, 12 de abril de 2010

Acerca de las uniones homosexuales: razonar con filosofía

Por: Lic. Ronald Obadía González/Politólogo.

La antropología filosófica ( del griego: ánthropos, "hombre"; logos, "razonamiento" o "discurso") tiene como propósito identificar las características de la especie humana, tomando en consideración todos los aspectos de la realidad: material, biológica, económica, histórica, cultural, psicosocial, etcétera. Ésta abandona los intentos de ser convertida en un producto de la conjunción de dichas disciplinas, pues se acerca más a la filosofía. Sin éxito se aparta de las ciencias sociales, pero es de suponer que se podría llegar demasiado lejos en la comprensión del hombre, si al mismo tiempo se empleara en uno sola unidad, los postulados y los métodos de dichas ramas del conocimiento o saberes, a fin de elaborar mejores respuestas alrededor de las incertidumbres fundamentales como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente, el propio razonamiento y la definición de “normalidad”, esta última designación que suena a totalitarismo social.

Entremos en materia. El Presidente Oscar Arias Sánchez sacó a relucir una cuestión profundamente humana, difícil de ser explicada bajo las teorías y métodos de una sola disciplina, menos por la tradición ideológica, cultural y jurídica. Esta vez, la grandeza del pensamiento de un Premio Nobel de la Paz: una persona que siempre ha hecho un uso juicioso y generoso del poder político, se arriesga, contracorriente, a orientar a su pueblo, aceptando las uniones entre las personas del mismo sexo. Su salida a los medios de comunicación apunta a reducir el monopolio que ejercen varios sectores de opinión, opuestos al reconocimiento legal de las parejas homosexuales, quienes han depurado los proyectos de ley originales, presentados en la Asamblea Legislativa, con tal evitar confrontaciones estériles contra las entidades religiosas, entre otras organizaciones.

La sociedad costarricense, que perfecciona sus instituciones democráticas y económicas, debe de mirar con sabiduría y realismo (filosofía) los argumentos del Presidente Arias en esta cuestión de los derechos de las personas homosexuales, segmento que constituye el 15% de los ciudadanos (María Helena Chacón, diputada). La discriminación y el separatismo contra las personas que manifiestan tener determinada orientación sexual, son comportamientos que intoxican una colectividad integrada y cohesionada como ésta; además de funcionar aquellos como antivalores, en detrimento del régimen de libertades individuales, en especial por las injustas excepciones de personas en contraposición a los derechos humanos universales.

Lo cierto es que se aproxima al despotismo la imposición generalizada a toda la sociedad civil de las pautas morales, fabricadas como “normales y legítimas” por la tradición y el poder dominante de la mayoría, cuando en verdad una minoría de seres humanos las ha rechazado, en virtud de su propia particularidad biológica, estructura psicológica e interacción con el medio social (antropología filosófica), incompatible con lo heredado e institucionalizado, esto es, la forma del matrimonio heterosexual.

En su momento, así procedió el fascismo en su fase inferior, ya que se proponía destruir lo que consideraba contradictorio a la futura sociedad ideológica nazi.

En cambio, en la sociedad democrática y pluralista, el ser humano, la medida de todas las cosas, se esfuerza por la convivencia alegre, respetuosa, fundamentada en la tolerancia y la empatía entre grupos humanos con mentalidades distintas, siempre que eso no dañe la existencia de otros. “Vive y deja vivir”, no es otra cosa que respetar la dignidad del hombre; los que todos por naturaleza nacen diferentes y luego piensan contrario. Dicho lo anterior, en los Diez Mandamientos de Dios tampoco se condena el homosexualismo.

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