lunes, 20 de septiembre de 2010

Actuar sobre las nuevas generaciones: ampliando con ciencia y tecnología el temario de las relaciones exteriores.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

La agenda del desarrollo costarricense se enriquecerá aún más, toda vez que le sean incorporadas las disciplinas de trabajo de la ciencia y la tecnología, tras ponerse en práctica mecanismos de cooperación, los cuales hagan hincapié en la necesidad de introducir al país en las corrientes avanzadas de la sociedad del conocimiento, en particular, en la investigación y experimentación, en lo cual será responsable la política exterior en el proceso de transformación gradual de sus directrices, en pos de la dimensión global.
Para justificar este último propósito, cabe comenzar con el examen del “Ranking Mundial de Universidades en la Web", la iniciativa del Laboratorio de Cibermetría, que pertenece al CSIC, el mayor centro nacional de investigación de España, por cuanto permite extraer conclusiones acerca del modesto desempeño de la región latinoamericana en las ramas de la investigación científica, y con ello evaluar lo recorrido por Costa Rica.
El ranking en referencia, dado a conocer en julio del 2010, utiliza indicadores que reflejan mejor la excelencia global de las instituciones académicas y de investigación del mundo entero sobre la base de su rendimiento en la web, al tomarse en consideración el incremento sustancial en la producción y la calidad de las publicaciones electrónicas. Específicamente, menos de 10 universidades latinoamericanas conforman el grupo de las 600 que, por la vía de la web, han hecho una vasta producción de publicaciones científicas de alta calidad.
Dentro de la población total de casi 12.000 instituciones académicas del mundo, allí evaluadas, se aprecia también el modesto rendimiento del resto de las universidades latinoamericanas, las que en su mayoría se distancian del selecto grupo de las 600, donde los centros académicos estadounidenses guardan una enorme superioridad sobre las europeas y los países asiáticos desarrollados, éstos últimos que cuentan con economías autosuficientes.
Por su parte, la Universidad de Costa Rica, al ocupar el lugar 575 ofrece señales positivas a este país de estar en capacidad de repuntar en dicha medición internacional, por lo que a través de políticas públicas científicas, en las que se combine el trabajo de las instituciones de educación superior y el enfoque de política exterior, basado en los emprendimientos, sea factible transitar más lejos por los caminos de la productividad, basada en la investigación y la innovación, generadas por los sectores novedosos, que agregarán mayor valor a su sistema económico, así como por el resultado de las investigaciones aplicadas en la agricultura y la reinvención de los procesos productivos convencionales, incluido el sector de los servicios.
Sobre lo señalado líneas arriba, los mandatarios José Figueres y Daniel Oduber dieron a conocer una visión distinta que deparó réditos extraordinarios a la academia, la educación y la cultura nacionales durante la década de 1970. Al percibir que las letras, las ciencias sociales, las artes y la música merecían un desarrollo superior, se abocaron a estimular la inmigración a Costa Rica de académicos connotados, entre los que cabe mencionar a Constantino Láscaris, Teodoro Olarte, Carlos Catania y al maestro Gerald Brown, además de los profesores argentinos y chilenos, quienes dedicaron sus esfuerzos a mejorar la labor de las universidades, así como de las instituciones públicas y privadas, que manifestaron tener competencia en dichos campos del saber.
Las enseñanzas de aquellos líderes políticos, podrían ser retomadas en estos tiempos en que Costa Rica ha consolidado las bases de la robusta institucionalidad y política social (Luiza Carvalho,2010), lo cual le permitirá alinearse con el esquema de economía moderna, basada en el conocimiento de alta calidad, en lo cual da pasos agigantados en las nuevas modalidades de atracción de inversiones de “nuevos orígenes”, lo que supone los productos renovables, la biotecnología, las manufacturas sofisticadas, los dispositivos médicos, la producción de medicinas, la animación y publicidad interactiva, en cuenta la producción cinematográfica.
Posee un gran mérito que, en su misión al Lejano Oriente, el canciller costarricense René Castro visitara la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), dentro de los encuentros diplomáticos que llevó a cabo para acercar posiciones y fusionar intereses entre Costa Rica y la región del Asia Pacífico, de manera particular, para intensificar “los vínculos políticos, comerciales, ambientales y científicos"; para lo cual se entrevistó con distintas autoridades de Corea del sur y el Japón. Todos sabemos que esta es la nueva cara de la politica internacional, como lo resaltó de manera magistral el Embajador Mario Fernández Silva, al acompañar al Canciller costarricense en su visita de trabajo al Japón, en donde fueron abordados también los temas clásicos tales como la paz y la seguridad internacionales, el desarme, los derechos humanos y la cooperación internacional.
El Canciller Castro visitó también las instalaciones de NHK, la compañía de televisión digital japonesa, un modelo que Costa Rica ha escogido recientemente. Este sistema se caracteriza por “sus grandes adelantos tecnológicos y sus proyectos de atención sobre desastres naturales”, cuestión ésta altamente sensible. Esto quiere decir que se debe tomar nota a la declaración de dicha compañía nipona, quien se ha ofrecido a colaborar para asegurar el éxito de la implantación de esta nueva tecnología en el país. Sobre la base de tales acercamientos con el Japón y Corea del Sur, se podría pensar forjar un buen sistema de becas al extranjero que promueva el conocimiento en dicha disciplina aeroespacial, así como en otras asignaturas tecnológicas, similar a lo realizado en la época en que se creaba la Escuela de Medicina en Costa Rica, cuando el Estado mandaba jóvenes al extranjero a estudiar medicina (Yalena de la Cruz).

Así por ejemplo, las nuevas oportunidades en la consolidación del sector aeronáutico y espacial, en lo que Japón puede ser un socio importante, principalmente para fortalecer un programa aeroespacial a nivel centroamericano, se verán favorecidas con la inmigración de científicos extranjeros en este sector, de manera tal que el Estado les pueda ofrecer incentivos especiales que los estimule a residir en Costa Rica, para con ello multiplicar el conocimiento y las investigaciones aplicadas en las universidades e instituciones públicas y privadas, las cuales se desempeñan ya en la comunidad académica nacional.
Sabido es de sobra la enorme brecha científica que separa a las naciones del norte global de las meridionales. De ahí la necesidad de cursar por una distinta etapa de cooperación, orientada a intensificar las negociaciones con las universidades avanzadas de los países desarrollados, a fin de persuadirlas a que establezcan filiales, o bien institutos de investigación en Centroamérica, aprovechando su singular biodiversidad, así como el pequeño y accidentado espacio geográfico, conformado por valles, dos océanos, montañas, volcanes, ríos, lagos, humedales y microclimas.
En el caso particular de Costa Rica, ha sido un acierto la aprobación de la ley de creación de zonas francas, la cual posee atributos para que se puedan instalar unidades productivas de última generación, siempre que el proyecto sea respaldado por los actores privados, sociales y públicos, empeñados en la creación de climas de inversión, sustentados en economías basadas en el conocimiento, el avance tecnológico y la innovación.
Los mismos tratados de libre comercio se aprovecharían como una herramienta de política exterior y comercial, para generar transformaciones sustanciales en la infraestructura industrial y la logística científica de la sociedad costarricense, dado que se ha renunciado a la producción minera y la exploración de combustibles fósiles, ya que deterioran el medio ambiente. Dicho sea verdad, este país está obligado a acrecentar su producto interno bruto (PIB), a fin de generar ingresos mayúsculos en su objetivo de la eliminación de la pobreza, que golpea a casi el 18% de la población. Razón por la cual, es imprescindible producir, utilizando la imaginación y la creatividad.
Así las cosas, el Gobierno de la Presidenta Laura Chinchilla le ha fijado también prioridades al Ministerio de Relaciones Exteriores, en el sentido de convertirlo en promotor activo en el proceso de cambio de la economía, sustentada en el conocimiento y la investigación, ya que a las relaciones exteriores hay que sumarles ideas renovadas, útiles dentro del contexto de una aldea global en constante evolución. En este orden y de ser posible, que Costa Rica ingrese en su momento al Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), hay que afinar la tesis de plantearle a las nuevas economías desarrolladas del Asia Oriental, a que se aparten de los vicios de los países tradicionales altamente industrializados, recelosos de la propiedad intelectual o proclives a poner restricciones a los instrumentos de la cooperación global, relacionados con la transferencia de tecnología.
Mientras que en el sistema educativo habrá descansar el reto de fortalecer la vocación en los niños y los jóvenes por la física, química, las matemáticas, además de los idiomas extranjeros, bajo la perspectiva de dotar a las nuevas generaciones de empleos de calidad y de oportunidades de realización personal. Esto evitará que los ideales e ímpetus de la juventud, se vean frustrados y ésta escoja la vía de emigrar a las naciones ricas; cosa imperdonable, ya que lo cierto es que este país ha invertido en los jóvenes múltiples recursos que emanan del esfuerzo y el presupuesto nacionales.
No sobra tomar en cuenta desde ya el estímulo a favor de los jóvenes profesionales en torno a la creación de las pequeñas firmas y medianas empresas, las fuentes más importantes de innovación y crecimiento del empleo (Barry Eichengreen), a las cuales hay que introducirlas a las tecnologías de la información e innovación científica, así como facilitarles el mejor acceso (preferencial) al crédito e incentivos fiscales.
Una sociedad próspera es una buena razón de ser de la política exterior.

Ronald Obaldía González (opinión personal)

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