lunes, 13 de septiembre de 2010

De la islamofobia hacia otro rumbo.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Quizás resulte una conducta improbable, reparar el dolor de la nación estadounidense, a causa del brutal ataque terrorista de los extremistas islámicos de Al Qaeda contra las Torres Gemelas de New York y las instalaciones del Pentágono, por el que perdieron la vida casi tres mil seres humanos en las horas aborrecibles del 11 de setiembre del 2001. Nadie que se precie de hombre sensato puede dejar de condenar dicho acto criminal, el cual ha devenido en el recrudecimiento de los conflictos interreligiosos posteriores, en los cuales el perdedor ha sido el Islam, que, ciertamente sobre esa religión habían registradas serias reservas teológicas y políticas en el Occidente durante siglos.

La naturaleza violenta y expansionista de la religión fundada por el Profeta Mahoma, más acá en la historia: el odio de los musulmanes contra el pueblo judío, continúan siendo factores determinantes que profundizan ese escepticismo, al cabo que los grandes aportes de los árabes a la humanidad son hoy ignorados, ya que el impacto del 11 de setiembre disipó cualquier intento de reivindicarlos. Si es que hubo de existir esa noble voluntad, tomando en consideración que en Europa, un tanto menos en los Estados Unidos de América, se percibía desde antes un creciente sentimiento racista antimusulmán, sea por los flujos migratorios o diásporas de árabes, turcos e iraníes que los eligieron como puntos de destino.

De lo comentado líneas arriba, es testigo la accidentada convivencia entre los europeos y los mahometanos, la que revela hechos indeseados, en el que la discriminación y la persecución han sido notorias, en especial, porque el brazo de
Osama Bin Laden alcanzó España y Gran Bretaña. Con distintas motivaciones y a
pesar de sus posturas sociales, criticadas por su partido de derecha, la disconformidad contra el Islam en Europa, se reflejaron también en Angela Merkel, la Canciller de Alemania, al entregar días atrás el Premio de la Prensa Europea al dibujante danés Kurt Westergaard, autor de la caricatura que muestra a Mahoma con una bomba en el turbante.

Desde la publicación de las caricaturas, la policía danesa ha desmantelado varios intentos de asesinar a Westergaard; por su parte, numerosos líderes musulmanes exigieron que se protestara contra los dibujos, lo que desencadenó una ola internacional de manifestaciones violentas. El dibujo satírico, para muchos europeos significó la libertad democrática de crítica y de opinión. En cambio, otros suponen que “se trata de una indignante ofensa religiosa digna de merecer agresiones”. En su discurso introductorio a la entrega del galardón, Merkel destacó ante Westergaard que "el secreto de la libertad es la valentía". En la enfática defensa de las libertades civiles, la Canciller demandó que las consecuencias sufridas por el caricaturista "sean una advertencia para todos nosotros".

Las reacciones surgieron pronto. El Consejo Central de los Musulmanes en Alemania
(ZMD) criticó la presencia de Merkel en el acto y juzgó la entrega del premio como "muy problemática en estos tiempos de tensión"; lo cual coincide frente al rechazo de la opinión estadounidense en torno al proyecto de construcción de una mezquita que se proyecta en la “Zona Cero” de New York, donde fueron destruidas las Torres Gemelas, así como la respuesta del pastor Terry Jones, líder de la minúscula Iglesia protestante “Dove World”, quien estaba decidido a quemar 200 ejemplares del Corán, al que compara como el “libro del demonio”.

En apuros ha puesto el pastor evangélico al Presidente Barack Obama, que de inmediato deploró la amenaza de la quema de los Coranes, mientras que el mandatario ha defendido la construcción de la mezquita en “la Zona Cero”, tratando de convencer a la ciudadanía que los valores de la nación descansan en la tolerancia religiosa; según él, el Islam tampoco es el enemigo de los Estados Unidos de América.

Las declaraciones del Presidente han sido replicadas por la derecha religiosa, así como por “los revoltosos” del movimiento “Tea Party”, que entre varios cuestionamientos acusan a Obama de simpatizar con el Islam, no sin antes proferir ataques racistas, retomados por agrupaciones conformadas por los sajones blancos, que se han fijado como tarea perseguir a los islámicos dentro del territorio.

El ambiente internacional de persecución frente a los mahometanos tiende a prolongarse por este siglo XXl, encendido por factores de conflicto y erosión bien arraigados, a saber, la insistencia del Irán en concretar sus programas nucleares, acompañada de sus ambiciones subimperialistas en el Medio Oriente, como también las condenas internacionales contra los Ayatolas y el gobierno persa que se disponen a lapidar una mujer por haber cometido adulterio; el apreciable número de mujeres árabes víctimas de los preceptos del Islam; la precaria situación del gobierno secular de Somalia asediado por la insurgencia integrista, cuyos tentáculos se extienden por el África y el Cáucaso; y, también la peligrosa influencia de los talibanes tanto en Afganistán como en el Estado fallido del Pakistán (nuclear), éste patrocinador del terrorismo en Cachemira.

Cabe señalar que la “islamofobia” podría correr largo, tal que la alternativa equivocada del aislamiento gradual pase a transformarse en la segunda fase, con base en el uso de la versión depurada de la Franja de Gaza, adoptada como experimento contra Hamás y Hezbolá, cercanos al régimen de los Ayatolas, los que complotan el proceso de paz entre Israel y el gobierno Palestino; al tiempo que gozan de la desconfianza del resto de los Estados árabes, que se resisten al proyecto hegemónico de los chiitas iraníes, pero que a su vez, son un riesgo, por cuanto se niegan a abrir las sociedades nacionales, maltratadas por el autoritarismo, la corrupción, la desigualdad social y la misoginia. ¿Entretanto, qué puede ofrecer ahora el Islam para atenuar este oscuro panorama?

Ronald Obaldía González (opinión personal)

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