lunes, 4 de octubre de 2010

Preavisos a lo latinoamericano.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Otra vez el caos político, sigue siendo la pesadilla latinoamericana. Dos años atrás, Honduras revivió otro de sus episodios, bastante comunes en su historia: los golpes de Estado. Al cabo, que varias naciones de la región, entre ellas el Ecuador, ponen en evidencia que están lejos de quedar esterilizadas de tales cataclismos o interrupciones al frágil Estado de Derecho, que apenas sobrevive, a causa de las aspiraciones y presiones democráticas de la sociedad civil, mientras que las clases gobernantes son un completo desacierto.

Naciones que subsisten dentro de un círculo vicioso, que a sus anchas deben coexistir o con caudillos mesiánicos, politicastros, gobiernos mediocres, el populismo demagógico, la corrupción, los cuartelazos, dictaduras oscurantistas, así como de manera ilimitada con el espanto de la pobreza y la desigualdad social, aceleradores de “traspatios” sociales domésticos y de la desintegración social.

En esos Estados nacionales, como diría Carlos Marx al referirse a las leyes del cambio histórico, éste llega a ser apenas una fantasía, dado que allí la historia retrocede o bien se asemeja a un círculo repetitivo, factor determinante de la reaparición de los mismos males sociales; desgraciadamente, por lapsos hay una combinación de todos ellos.

A diferencia de los países que se encuentran en un callejón sin salida, resulta alarmante la profundización de la brecha entre éstos y las naciones industrializadas como los Estados Unidos de América, Europa, o las nuevas potencias del Asia Oriental, incluyendo la China Popular, que revolucionan sus sistemas políticos y transforman sus modos y relaciones sociales de producción.

Así como Chile, Uruguay, Trinidad y Tobago, Costa Rica, Finlandia, Estonia, etcétera, que en la forma de pequeñas economías desarrolladas, ávidas de alcanzar en pocas décadas niveles superiores de competitividad y distribución social de la riqueza, manifiestan tener proyectos de democracias prósperas, basadas en el crecimiento económico de base amplia.

De las grandes limitaciones de los países rezagados, es la carencia de habilidades para producir gobernabilidad democrática de calidad, como también el desconocimiento de sus reglas fundamentales. Ese vacío lo puede suplir cualquiera, aunque la tendencia en ciertas partes de América Latina es el salto del cesarismo y mesianismo, acompañado de postulados ideológicos anacrónicos, que por falta de racionalidad y metodología, contrastan con las realidades nacionales particulares. La consecuencia de todo ello, son los desvaríos y los gobiernos disparatados, incapaces de construir una consciencia cívica colectiva, ligada a desterrar la corrupción, la pobreza extrema y la exclusión social.

Las enfermedades de la ingobernabilidad y de la desestabilización acumuladas, hubieron de realimentar el caos de esas sociedades nacionales. Otrora dieron origen a la elección de “mandatarios chiflados”, así como presidentes gansteriles que tuvieron que salir huyendo, pero con los bolsillos llenos. El peor de los males siempre en escena, ese actor, dueño de las armas y los tanques, que se autoproclama todavía como árbitro mediador frente a las disputas políticas, y que en el Ecuador demostró aplicar, esta vez, maniobras y tretas menos visibles, de manera tal que se distanciaran de las estupideces del Ejército de Honduras.

La Policía hizo el trabajo sucio, así el negocio del golpe resultaba barato: la excusa de los motivos de la eliminación de las prebendas por la que los efectivos de
este cuerpo protestaron. De modo sospechoso, el Ejército ecuatoriano reaccionó hasta
el final de la revuelta; antes había cerrado el Aeropuerto de Quito, síntoma de lo planificado, porque también, su socio momentáneo, ese Presidente bolivariano, colaborador además del ALBA de Hugo Chávez, éste en el ocaso, lo ha puesto en aprietos políticos, lo cual rompe los protocolos pactados.

Luego del control de la rebelión de los policías, acto seguido, quedó en la sombra el “lenguaje simbólico y oscuro”, que si acaso le servirá de bálsamo al Presidente Rafael Correa: “POR AHORA, TODO EN CALMA.”

Ronald Obaldía González (opinión personal).

No hay comentarios:

Publicar un comentario