martes, 9 de febrero de 2010

La Cuenca del Caribe está enferma

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Los síntomas de descomposición social y política que registra la Cuenca del Caribe amplían el panorama de las permanentes complejidades centroamericanas. Inmersa en aquella como subregión, se ha enlazado de manera acelerada con fenómenos nocivos, provenientes de una región de mayor tamaño geográfico, que pierde competitividad y prestigio a nivel global.

Riesgos como el narcotráfico, el crimen organizado, las emigraciones, bastante arraigados en la Cuenca, además del impacto casi irreversible de los desastres naturales (pandemias, las sequías, terremotos, tragedias, inundaciones, los efectos del cambio climático) representan modernas fuentes de inestabilidad, que se confunden con una inminente “guerra social” (Vinicio Cerezo, 2009), reactivada por el estancamiento económico y social de naturaleza estructural. Mejor dicho, es el trasfondo que explica el retroceso que el istmo (y el Caribe en general) experimenta en gobernabilidad democrática, reflejado en la fragilidad en Honduras de las instituciones de la república, las tentaciones autoritarias de Daniel Ortega en Nicaragua, el cuasi Estado fallido que es Guatemala, a todo lo cual hay que sumar la inseguridad de El Salvador.

De ahí, la invalidez de la hipótesis centroamericana, como una entidad con complicaciones autónomas, como era examinada en tiempos de la guerra de las décadas de 1980 y 1990. Las realidades antes descritas están fuertemente unidas a las incertidumbres políticas que lastiman también a Venezuela donde Hugo Chávez (actor del istmo) y su proyecto “boliburgués”, sostenido por la burocracia corrupta, ha dejado ya de ser “intumbable”. Igual de manifiesto, por las deserciones en el seno del gobierno, o porque las Fuerzas Armadas, temerosas de estallidos sociales (al viejo estilo centroamericano), comienzan a guardar distancia de las aventuras del presidente con su ALBA, en su estrategia de fabricar enemigos externos como el acuerdo militar entre Colombia y los Estados Unidos de América; acaso para desviar la atención de las crisis domésticas, relacionadas con la volatilidad de los precios mundiales del petróleo, la violencia en Caracas, el desabastecimiento de la luz eléctrica, el agua, alimentos a causa de la sequía, o por la inflación del más del 25% que ha encarecido la vida de los ciudadanos.

Bajo el temor de sufrir un revés en las elecciones de la Asamblea Nacional, que tendrán lugar en setiembre de este año, un periodista colombiano advierte que además de su impopularidad, las plagas asedian a Hugo Chávez también en el frente externo. Una de ellas representa la caída de Manuel Zelaya en Honduras, ya que la nación catracha se estaba convirtiendo en interesante cabeza de playa del proyecto “subimperialista” del ALBA, quien a su vez hubo de ganar aliados en las Antillas, particularmente en los países rezagados. En el orden de pérdida de amigos,
el triunfo de Piñera en Chile, adicionado a la eventualidad de una victoria del socialdemócrata José Serra en el Brasil, son noticias desalentadoras para las ambiciones chavistas.

Del mismo modo, insuficientes réditos le proyecta a Chávez en el ámbito internacional un desprestigiado socio como el sandinismo autoritario. Por eso, entonces el retorno de lo invertido en Nicaragua está lleno de riesgos, la inversión hubiera estado más segura en Honduras, donde roban menos, cosa que podía haber atenuado el malestar de los venezolanos que increpan el uso desmedido de “la chequera petrolera” al servicio de la diplomacia expansionista del gobierno bolivariano. El cual siembra escepticismo e inquietudes alrededor de su propuesta de cooperación antiestadounidense, fundamentada en la exportación de la revolución bolivariana, en el marxismo leninismo arcaico.

Al analizar los hechos de violencia en México motivados por la narcoactividad, hay certeza de que ha corroído a Guatemala, atenazada por la acción de las bandas mafiosas locales, estrechamente vinculadas con los cárteles mexicanos, que juntos han construido allí un Estado paralelo, el cual ha favorecido la violencia delincuencial y la impunidad. El triángulo delictivo México – Guatemala – Colombia tiende a apoderarse de la Cuenca, estableciendo filiales en las islas del Caribe, en el que las organizaciones criminales de Jamaica, República Dominicana, Venezuela y hasta hace poco Haití (destrozado por el sismo), interactúan como prominentes socios subalternos, en lo que respecta a servir de plataforma en el trasiego ilegal de armas y la exportación de drogas hacia los territorios estadounidense y europeo.

Asimismo, Cuba, que agoniza, es parte de la sumatoria de incertidumbres que arroja esta Cuenca, la cual se agudiza ante el desinterés de la Administración de Barack Obama hacia América Latina, en particular la Cuenca que, salvo la realidad del narcotráfico en México y en Colombia, está lejos de representar una prioridad constante para su diplomacia y seguridad doméstica. La gran pregunta es cuándo se desplomará el régimen totalitario, o si Washington estará dispuesto a participar de los costos políticos y financieros de la inminente crisis, con el mismo vigor en que ha cooperado con los haitianos en la mitigación de los efectos del terremoto.

La probabilidad de que Venezuela con Chávez se haga cargo del derrumbe cubano será una posibilidad remota, ya que su economía, basada en los petrodólares, resiente los altibajos en los precios mundiales del crudo; de igual manera el futuro del líder bolivariano es poco promisorio. Las alarmas del régimen despótico se encendieron días atrás y en adelante habrán de ser inútiles, así como lo padece Rafael Correa en el Ecuador, el otro miembro del ALBA.

Dicho lo anterior, cuanto más se elevan las defensas políticas y la seguridad civilista en el ámbito de los principios pluralistas de la democracia, en Costa Rica se tendrá un blindaje con el que podrá mitigar los riesgos intrínsecos de la Cuenca. Esto implica la construcción de pequeñas integraciones o sociedades con las democracias avanzadas de dicha región que apuestan por el Estado de derecho, en el espíritu de descubrir líneas de cooperación en asignaturas de trabajo, tales como la seguridad humana y económica, la coordinación policial en la intercesión del crimen por las rutas marítimas, así como en el esfuerzo de compartir consensos y planes de acción comunes por la protección del medio ambiente.

A decir verdad, la Cuenca del Caribe con la presencia de la Cuba totalitaria, compuesta al cabo por el chavismo - que aspira a ejercer “liderazgo”- , la Centroamérica devaluada, el crimen organizado y sus ramificaciones, viene a ofrecer pobres señales para que sea visualizada como “un techo común” para la prosperidad y el desarrollo democrático de naciones inteligentes y pujantes, entre ellas, la que se decidió el pasado 7 de febrero a elegir una mujer como Jefe de Estado.

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