martes, 16 de febrero de 2010

Liberales y socialdemócratas a lo costarricense

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El liberalismo criollo tuvo la opción de volver a asentarse por un buen periodo en los comicios generales costarricenses comprendidos entre 1966 y 1974. Como exponentes de tal contexto y segunda generación liberal, son considerados José Joaquín Trejos Fernández, que venció al social demócrata Daniel Oduber en las elecciones de 1966; Mario Echandi Jiménez, expresidente, derrotado por José Figueres en las votaciones de 1970; y por último Fernando Trejos Escalante presidente de la liberal Asociación Nacional de Fomento Económico –ANFE-, superado en los escrutinios de 1974 por Daniel Oduber Quirós, en una campaña en la que sobresalió el pluripartidismo.

Esos doce años pusieron en evidencia las relativas contradicciones entre dos corrientes de pensamiento, traducidas a la tica: la socialdemocracia y el liberalismo. El pensamiento de Rodrigo Facio, quien concebía el desarrollo económico como un proceso de incremento de la productividad nacional, orientada de forma democrática en la intervención del Estado que, en consecuencia, dio origen al Partido Liberación Nacional (PLN), fue después reactualizado en 1968, por una buena mayoría de sus líderes, cuando salió a la luz pública el polémico documento de “Patio de Agua”, inspirado en la socialdemocracia alemana.

La primacía del Estado en la construcción de una sociedad justa, próspera y eficiente, así como el planteamiento de establecer en Costa Rica varios tipos de regímenes de propiedad, ya sea privada, cooperativista, mixta o comunitaria, estremeció la cabeza de la clase política liberal, agrupada en el Partido Unificación Nacional, la que había sentido como real amenaza las ideas precursoras de dicho ideario socialdemócrata, cuanto más enfatizaba “en la revolución social”, en medio de un ciclo político dominado por la Guerra Fría.

La economía del café, adherida al predominio de las familias descendientes de los conquistadores españoles (Samuel Stone), que habían de concentrar el poder político desde la época colonial hasta la década de 1940, inclusive, palparon como en adelante el esquema patriarcal liberal iba perdiendo terreno, a causa de la reforma social, la vocación por dotarle al Estado el control de la economía, garante a su vez del proceso de diversificación industrial. Además, para mantener vigencia, dichos cambios sociales obligaron a la élite cafetalera a replantear su concepción conservadora del desarrollo, que apartaba al Estado como sujeto activo.

De ahí, como proyectos políticos químicamente puros, ni la socialdemocracia, tampoco el liberalismo, fueron implantados en Costa Rica por los partidos políticos que prohijaron una u otra doctrina, si se toma como punto de referencia la segunda mitad del siglo pasado hasta el presente. Al hacer un recuento de los trascendentales aportes de ambas tendencias, se deduce que en realidad hubo una influencia recíproca, dado que los liberales adoptaron piezas ideológicas de sus opositores históricos, como también el Partido Liberación Nacional recogió múltiples tesis de la última generación de los liberales, especialmente a partir de la Administración de Luis Alberto Monge Álvarez.

El mejor testimonio de esta simbiosis lo ofrece la brillante obra de gobierno de José Joaquín Trejos Fernández, brillante humanista y académico que, al igual que el socialdemócrata Alberto Martén, tuvo la visión de fundar el Banco Popular y de Desarrollo Comunal, a fin de dar la oportunidad a todos los trabajadores de contar con su propio Banco (estatal), que garantizaría la capitalización de sus ahorros obligatorios. En este orden, el incremento del gasto público destinado a mejorar la infraestructura, estuvo presente en su gestión gubernamental. Con este principio (socialdemócrata)se integró el Caribe al Valle Central con la construcción de la carretera a Limón, una dificultad que han atravesado varios países de la región; apenas Panamá la pudo superar hace como seis años.

En cuanto a distribuir el poder, el Presidente Trejos se anticipó a los postulados del documento de “Patio de Agua”. Su versión “revolucionaria” de organización popular, bajo el estímulo del Estado, la puso en práctica con la creación de DINADECO. Mientras tanto, en Centroamérica y en la mayor parte de las naciones latinoamericanas, gobernadas por dictaduras militares, el concepto de organización popular representaba un anatema. Por eso, en el mismo tiempo de Trejos, como respuesta desafiante, se abría el telón del resurgimiento de los movimientos guerrilleros en el istmo; la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), alguna vez le quitó la tranquilidad al mandatario liberal.

Asimismo, durante su mandato el enfoque de seguridad pública absolutamente civilista, siguió la huella de la abolición del ejército, decidida por José Figueres en 1949. La filosofía que dio lugar a la creación de la Guardia de Asistencia Rural en el gobierno de Trejos Fernández, vino a dar a entender a los costarricenses que resultan innecesarias “la mano dura” o la Ley del Talión para combatir la delincuencia; que solo es cuestión de reconciliar la estrategia de la seguridad ciudadana con nuestra idiosincrasia e identidad nacionales, para evitar errores históricos. Lo de ALCOA es capítulo aparte. Los ecos de la Guerra Fría “calentaron” los ánimos de los costarricenses.

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