lunes, 17 de mayo de 2010

El fútbol es política internacional

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

La Federación Internacional de Fútbol Asociación, conocida por su acrónimo FIFA, es la poderosa organización universal que funciona como la máxima autoridad de las 208 asociaciones o federaciones de fútbol de distintos países. Fundada en mayo de 1904, tiene su sede en Zúrich, Suiza. La FIFA organiza los campeonatos mundiales de fútbol en sus distintas modalidades, de éstos el que más apasiona al mundo es el fútbol masculino. Luego de múltiples vicisitudes, ahora se apresta a celebrar este junio la Copa Mundial de Sudáfrica 2010, la primera que se celebra en el África; justamente, en la tierra del líder pacifista negro, Nelson Mandela, quien dirigió la oposición contra el apartheid y su embrión el racismo.

La FIFA cuenta con 6 confederaciones continentales y con 16 países afiliados más que la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sus Estatutos y sus directrices poseen real vitalidad, así como una fuerza ejecutiva (y fáctica) superior a la atribuida a la ONU, quien expresa manifiestos rezagos en cuanto a tales resultados, verticalidad y efectividad. El poder que detenta la singular organización rectora del fútbol mundial, es incapaz de emularlo también la misma Organización Mundial del Comercio, conocida como OMC, establecida en 1995, la que, entre otras cosas, administra los acuerdos comerciales negociados por sus 153 miembros, como los procedimientos de solución de diferencias comerciales que emanan entre naciones.

La FIFA pudo eludir la crisis financiera mundial, salió de ella “sin rasguños”. En el año 2009 consiguió ganancias de 196 millones de dólares. Asimismo, logró aumentar sus reservas económicas a más de mil millones, siendo otra muestra de que el negocio del futbol, como parte de la industria del entretenimiento, desafió la debacle económica mundial. Las autoridades de dicha organización, entre ellas su mandamás, el suizo Joseph "Sepp" Blatter, se jactaron, hace poco, de otorgar la organización de la Copa del Mundo de 2010 a Sudáfrica, pues fue ``una buena decisión económica y comercial''; expresaron que los ingresos por concepto de mercadeo y televisión superan los dos torneos anteriores en Alemania (2006) y Corea del Sur-Japón (2002).

La ONU, la OMC y la FIFA es sinónimo de la dominante triada universal, en su orden, la política, la economía y el fútbol, estas tres últimas instancias, que juntas, añaden poder, ganancias y prestigio a los Estados Nacionales. En efecto, el futbol se ha encumbrado a tales niveles de la sociedad internacional; razón por la cual, en los siguientes días la humanidad se concentrará en este deporte, el que se ha alimentado, en los últimos tiempos, de los conocimientos inherentes a la filosofía y del método científico. Atrás quedó la idea rudimentaria de ser el juego en el que 22 individuos corrían en pos del balón, luego encajarlo en tres postes que sostienen redes; aunque, la emoción del gol no deja de ser un derroche de adrenalina, apenas superado por el orgasmo.

En junio los colapsos financieros quedarán en el olvido. Las complicaciones derivadas de las agendas políticas “serán de no recibo” en los despachos de los gobiernos. Tampoco interesará si hay cientos de millones de seres humanos que viven dentro de los estándares de la pobreza, con todo y sus implicaciones. Los griegos estarán pendientes del rendimiento de su seleccionado, evadirán el dolor de la quiebra de su país, debido a decisiones irresponsables. Tal vez, las guerras de Irak y Afganistán, entre otros conflictos, se sosieguen por estos días, dado que casi toda la humanidad habrá de seguir las emisiones de la televisión, en la realidad del “planeta fútbol”, donde será posible el milagro del diálogo intercultural, cuestión que ni el Vaticano y tampoco la ONU han logrado institucionalizar, ya que es de suponer que carecen de legitimidad y capacidad permanentes en lo que respecta a construir consensos globales.

En cambio, las reglas de la FIFA poseen carácter obligatorio, por esta vía se aproxima a ese ideal intercivilizatorio. Complemento de lo anterior, los Estados Nacionales muestran su debilidad ante esa organización “multilateral”; ellos están inhibidos, de manera absoluta, de interferir en el desempeño de las federaciones de fútbol domésticas, subordinadas a la FIFA. Esto quiere decir, que “el Gobierno universal” sí puede ser realidad algún día.

Probablemente, en Sudáfrica se verán las caras los Estados Unidos de América y Corea del Norte, esta vez la maravillosa competencia del fútbol logrará acercamientos. Bajo los principios del “juego limpio”, habrá de suplir los temores del enfrentamiento nuclear entre estos dos enemigos acérrimos. El incremento de la popularidad (incontenibles), al igual que la competencia internacional en el fútbol, bajo los normas antirracistas, que cada vez se consolidan tanto en las copas mundiales y torneos nacionales, tienen la virtud de ridiculizar las conductas xenofóbicas y las estúpidas políticas antimigracionistas, entre ellas, la ley Arizona en los Estados Unidos de América o aquellas normas que regulan la migración extraeuropea.

El fútbol inteligente y elegante que exhiben hoy las ligas locales de Europa, en cuenta la elevada rentabilidad del negocio, obedece a la presencia de los futbolistas latinoamericanos y africanos. De manera similar, la migración como factor positivo ha hecho evolucionar este deporte en los Estados Unidos de América, sin ella seguiría estancado. Lamentablemente, el fenómeno migratorio en el fútbol, es un componente adicional que ahonda las disparidades entre los países septentrionales y meridionales: el norte rico obtiene ganancias monumentales, importa futbolistas geniales (fuga de cerebros), los que produce la periferia, dado que aquí los recursos y oportunidades de crecimiento son bastante restringidos.

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