viernes, 9 de julio de 2010

Un caso positivo de multilateralismo (exclusivo).

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El régimen teocrático del Irán fue nuevamente objeto de una ronda de sanciones por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. A pesar de sus diferencias en los distintos órdenes de las relaciones internacionales, esta vez las cinco potencias
globales: Estados Unidos de América, Rusia, China Popular, Inglaterra y Francia alcanzaron, entre ellas, unanimidad en la insólita resolución, tendiente a congelar los activos bancarios iraníes colocados en el extranjero, además serán detenidos los barcos sospechosos de transportar armamentos a favor de los ayatollahs islámicos, ello entre otras medidas punitivas.

Dicha determinación del órgano superior de las Naciones Unidas vino a superar la postura de los desentendimientos, en especial por China Popular y Rusia renuentes a sanciones mayúsculas, a causa de los proyectos atómicos del régimen de los ayatollahs, éste empecinado en continuar enriqueciendo uranio, el principal combustible de las centrales nucleares; en burlar la AIEA, la organización responsable de supervisar los proyectos atómicos; en resistir las ofertas diplomáticas de dotar al Irán de cooperación financiera a cambio de desistir de tales planes armamentistas.

Desde un principio las sanciones las impulsó los Estados Unidos de América, pero convenciendo simultáneamente a Israel de controlar sus tentaciones de atacar a los iraníes, señalados como su principal amenaza a su seguridad doméstica por su apoyo y financiamiento al terrorismo; al cabo también para las naciones árabes sunitas como Arabia Saudita, Egipto, Jordania, al mismo Líbano (cristiano y árabe sunita), recelosas de los proyectos expansionistas en el Medio Oriente de los Ayatollahs chiitas, envueltos últimamente en artificios con los talibanes afganos.

El crucial acuerdo de las cinco potencias soportó el descrédito de la acción del ejército israelí, el 31 de mayo de los corrientes, por la cual debió asaltar el ferry que se dirigía hacia la Franja de Gaza, a respaldar la organización extremista Hamas, quien niega la paz y el derecho a la existencia del Estado hebreo y se declara enemiga de la Autoridad Palestina. Las negociaciones que permitieron la resolución del Consejo de Seguridad, pudieron fracasar, por cuanto Washington desistió de condenar a Israel por ese hecho - lo que esperaba quizás China y Rusia - , si bien subrayó que es insostenible la situación de los palestinos residentes en Gaza. Increíblemente, el gobierno de Barack Obama “ganó poder de lobby”, por lo que logró concretar su cometido contra Teherán.

Puede ser que tenga algo de cierto lo vociferado en Shanghái por Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní, que las nuevas sanciones apoyadas por todos los miembros permanentes del Consejo son “un papel sin valor”. De cualquier modo, las anteriores medidas fueron insuficientes en disuadir al desviado régimen teocrático. Sin embargo, tampoco surtieron efecto las maniobras del Irán de atraer al Brasil y a Turquía con vistas a apresurar un acuerdo tripartito, desaprobado por la Casa Blanca, que incluía el enriquecimiento de uranio fuera del territorio persa.

Con base en “el multilateralismo restringido”, lo significativo de la decisión del Consejo de Seguridad ha sido la responsabilidad y respuesta colectiva de cooperación de las cinco potencias en materia de paz y seguridad, encaminada a evitar que la barbarie inherente en ese régimen teocrático, que, además de oprimir a su pueblo, dotado de capacidad nuclear, sea capaz de transformarse en peligrosísimo factor de desequilibrio en el Medio Oriente, encadenado con la pesadilla del Pakistán (nuclear), a las amenazas de Al Qaeda y los talibanes; todo lo cual es material suficiente para dificultar la estrategia antiterrorista contra los grupos islámicos, enemigos de la libertad, el pluralismo y la diversidad.

En consecuencia, el poderío atómico debe residir en las manos responsables de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, es su derecho natural, que trasciende la simple concesión de la comunidad internacional, ya que en buena teoría política, juntos lograron exterminar el fascismo, así como superar los riesgos de la confrontación nuclear en el período de la Guerra Fría.

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