viernes, 9 de julio de 2010

A fortalecer fronteras pacíficas y prósperas.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.


Llena de satisfacción que la política exterior de los Estados nacionales adquiera una diversidad de formas, de modo simultáneo con otras disciplinas del quehacer humano.

Asimismo, es frecuente la evolución de aquel tipo de diplomacia tradicional, sustentado en las formas y los estilos estrictos, lo que da paso a expresiones de trabajo tangibles y útiles que coinciden con “los anhelos y reivindicaciones” de la sociedad civil en su conjunto, bajo la responsabilidad de atender sus necesidades y problemas primarios.

Parece haber consenso en que la política exterior se ha arropado de lo que se ha dado en llamar los “temas emergentes”, unos más conflictivos que otros; sin embargo, algunos de ellos forman parte de “la agenda blanda”, la cual se refiere a la cooperación para el desarrollo. En el caso particular de Costa Rica, desde hace veinte años ha sobresalido la situación de sus fronteras territoriales, al punto que un convenio de avanzada en dicha materia se logró finiquitar con Panamá, otro de menor rango se acordó con Nicaragua; aunque con esta última nación los desentendimientos han estado a la orden del día, en especial por las controversias en torno a la navegación sobre el río San Juan.

Después de la aprobación de los instrumentos binacionales, hubo una suficiente producción de acuerdos (incumplidos) con esos países. Ahora con el inicio del actual gobierno, se ha despertado la consciencia en que es preferible quitar grasa y dejar músculo. Esto quiere decir, que llegó el momento de pasar de las declaraciones y buenas intenciones a los hechos, lo que implica hacer labor con lo que es viable.

Recuerdo el impacto favorable de las visitas del Canciller Fernando Naranjo a las zonas fronterizas, las cuales son una joya multicultural y multiétnica, así como los resultados efectivos que depararon. Si no me equivoco era la primera vez que el jefe de la diplomacia costarricense hacía un recorrido oficial de tal envergadura, cuyo propósito era palpar la realidad de esas regiones, consultando el punto de vista de las organizaciones de base.

Sería conveniente recobrar esta práctica que inició el Canciller Naranjo. Constituiría una manera de recuperar la confianza de la sociedad civil, en cuenta la de los gobiernos locales, quienes reclaman la inexistencia de logros reales en la región, basados en los principios del desarrollo transfronterizo, a pesar de la excesiva elaboración de documentos de diversa índole, anaqueles de diagnósticos, promesas, reuniones infructuosas. En el fondo hay frustración por la falta de empuje, continuidad y seguimiento a los marcos de referencia binacionales.


Obsérvese la siguiente experiencia. Dos o tres años atrás, se planificó un trabajo serio con la Universidad de Costa Rica y el Banco Popular y de Desarrollo Comunal, tanto que el gobierno de Panamá acogió con agrado la idea de concretar un proyecto específico de construir una especie de boulevard en Paso Canoas. Sin embargo, en una fase del proyecto, JUDESUR (la Junta de Desarrollo del Sur) echó marcha atrás, pues le interesaba fortalecer el Depósito Libre de Golfito. En aquella ocasión algunos funcionarios públicos - incluidos unos de esta Cancillería - se ocuparon, inexplicablemente, de echar carbón a la hoguera; de esta forma, el proyecto con la Universidad quedó abortado; al final las instancias ocupadas en el tema se desanimaron.

La lección de la fallida experiencia, fue en gran medida al evidente conflicto de intereses entre lo que se pretendía para Paso Canoas, que era remodelarlo, empezando con iniciativas reales, contra las ganancias acumuladas por el Depósito Libre, al que le es inaceptable la competencia, más si se toma en cuenta que son los jordanos, los iraníes, palestinos, sirios y chinos los que se benefician del movimiento comercial del cordón fronterizo.

En lo que respecta a trabajar en cualquier región transfronteriza, específicamente en la parte meridional, es insoslayable valorar los nuevos factores, uno de ellos es definir con precisión la oferta del Poder Ejecutivo a los moradores, así como la medición de las expectativas de los distintos actores sociales y económicos. Tomando en cuenta el ejemplo de Paso Canoas, ahí deben converger, bien o mal, los intereses objetivos del Depósito de Golfito y JUDESUR; de no ser así los resultados serían modestos. Igualmente, cabe sopesar el factor social y cultural en Sixaola, cuando sale a relucir la resistencia de los habitantes a que la colonia sea removida hacia puntos geográficos, menos expuestos a los desbordamientos del río del mismo nombre.

A la Cancillería, MIDEPLAN, etcétera, así como los Ministerios que cuentan con oficinas regionales en los cordones (trans) fronterizos les corresponde, sin excusas, la tarea de producir estrategia en dicha materia. Ello significaría definir
claramente los objetivos que sean factibles de alcanzar. Luego esto se simplificaría, si se trabajara con perfiles, arrancando con lo ya acordado por Costa Rica con Nicaragua y Panamá, pues a través de los diferentes mecanismos de consultas bilaterales, se han determinado de mutuo acuerdo las necesidades y los problemas: una de las fases complejas.

Las municipalidades por lo general son débiles frente a entidades que las superan en organización y recursos económicos. Por eso hay que involucrar en las acciones y esfuerzos a poderes superiores, tales como los Diputados de la zona, los ejecutivos de las oficinas desconcentradas, a todo el sector empresarial de las comunidades limítrofes. Y en circunstancias concretas de la región sur, es necesario conquistar la voluntad de poderes fácticos, a saber, JUDESUR y la dinámica política y social de Golfito, cuyo Depósito es ahora más poderoso por la nueva legislación decretada a su favor.

Lo otro es la voz de los emprendedores locales, los comerciantes informales de Paso Canoas, Río Sereno, Laurel, Sixaola, Los Chiles, Upala, los líderes de las organizaciones civiles, los dirigentes de los partidos políticos, etcétera, que de ninguna manera hay que excluir, en lo que respecta a determinar la estrategia fronteriza. En ello, se deben reconocer las particularidades de cada región, en consonancia con la filosofía de proteger los vínculos históricos y las formas de convivencia y asociación desarrolladas por costarricenses, panameños y nicaragüenses en ámbitos de fronteras de paz y solidaridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario