lunes, 16 de agosto de 2010

Democracia es diversificación.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Una democracia que sea monótona corre un grave riesgo en cualquier país, puede constituir un síntoma de agotamiento y descomposición. En cambio, si es polifacética, donde abunda la diversidad de ideas y complejidades, todo ello interconectado tanto en el ámbito doméstico como con la sociedad internacional, deparará un sistema político robusto, abierto y con extraordinaria capacidad de adaptación y recuperación frente al contexto y las demandas globales.

Habrá de alcanzarse una democracia vital, mientras concurra el libre debate, lo mismo que el entusiasmo, el compromiso de la ciudadanía y del correcto funcionamiento de las instituciones representativas, en el sentido de producir respuestas y soluciones alrededor del universo de dificultades e incertidumbres. Sin embargo, la violencia, la guerra y los comportamientos autodestructivos representan la antítesis, que distan de enriquecerla; en tales casos se asoma el peligro del totalitarismo, autoritarismo y el caos anárquico, cuyas raíces son difíciles de extinguir.

Una cuestión similar suele ocurrir en las organizaciones públicas y privadas, que se añejan o desaparecen del todo a falta de renovación e insuficiencia de conocimiento, que facilite atender los riesgos y los cambios del entorno. O que simplemente se duerman en los laureles (o el confort), a causa de los éxitos alcanzados, por lo que se estacionan en el tiempo y en el espacio, defendiendo su posición de poder, el cual se desgasta, como consecuencia de las leyes y fuerzas del cambio que, dentro de su propia naturaleza, arrastra la novedad y un cúmulo diferente de preocupaciones. La efectividad de las soluciones dependerá del análisis y el acople apropiados, medido en la correspondencia con las realidades particulares y transitorias, a pesar de que la dictadura y el autoritarismo traten de prolongar el estatus, en aras de sobrevivir, sean los regímenes islámicos, el comunismo totalitario y las autocracias militares de derecha.

De ahí que las naciones que acarrean rasgos autoritarios sacan provecho de un solo tema o un mínimo de ellos, a fin de perdurar. Puede que les dé réditos ideologizar la seguridad nacional, amenazada por el supuesto del enemigo interno o externo, o magnificar un resultado que se convierte en fetiche, el primer eslabón del fanatismo y la intolerancia. Algunas veces son las cifras económicas elevadas, generadoras del falso orgullo nacional; el peso del componente religioso, que opera en determinadas circunstancias, como aparato enajenador de masas; así como el incremento del potencial militar por parte de un Estado nacional, toda vez que realimenta el comportamiento antidemocrático y el nacionalismo desviado. Dicho esto, cabe recordar el exceso de euforia de los pakistaníes al fabricar su propia bomba atómica, con todo y su condición de pobreza extrema y postergación.

En las sociedades nacionales hay problemáticas sumergidas, empantanadas y hasta reprimidas debido a inalterables patrones culturales. Aquellas subsisten como tabúes al predominar en ciertos países el oscurantismo, la persecución y la discriminación, en sus diversas manifestaciones. Razón por la cual, luego tomarán forma de conflicto y de disolución social. Entretanto, la filosofía y la ciencia que se nutre de la reflexión y la contradicción se encuentran allí en completa desventaja; la sociedad abierta es inimaginable.

Por este motivo, “el no conocimiento” continúa transformándose en pensamiento único; quienes lo cuestionan vivirán en la clandestinidad, así habrá una legión de infieles, herejes y traidores; entonces se legitima la costumbre de la lapidación en el Medio Oriente, la prisión en las mazmorras y la pena de muerte en los sistemas despóticos; como también los estereotipos y las descalificaciones de las que son objeto, injustamente, las minorías en el mundo occidental, especialmente los migrantes, los homosexuales y múltiples grupos étnicos y culturas.

Para alcanzar la prosperidad democrática es requisito ineludible la mayor diversificación en las relaciones de la gente en comunidad. Tampoco quiere decir que la diversificación implica un distanciamiento con la ética y las convicciones genuinas de la sociedad. Pero, sí significa cambios en la forma de entenderse y convivir, al compartir nuestras concepciones, emprendimientos individuales y los proyectos como nación. También, los sistemas políticos progresistas, entre ellos, el costarricense, Estados Unidos de América, Canadá y una buena mayoría de los países europeos, buscan abrir las puertas a cualquier corriente de pensamiento y a los intercambios con otras culturas, sea a través del comercio o por las vías diplomáticas activas y versátiles; dicho accionar forma parte de sus propias fortalezas, lo que explicó otrora el fracaso del marxismo en ellos.

Al mismo tiempo, en las democracias avanzadas han sido eliminadas las palabras temor y prejuicio del diccionario, porque conforme salgan a relucir a la superficie los temas sumergidos e identificar las soluciones, mayor es el fortalecimiento de la institucionalidad. Ningún trauma habrá de generar el debate sobre la igualdad de género, los derechos de los homosexuales, la dolarización de la economía, la legalización o la prohibición del consumo de la mariguana, la regularización de los migrantes, etcétera, dado que la sociedad en su conjunto aprende a respetar las diferencias encontradas en el prójimo, el postulado que puede llegar a ser la figura del onceavo Mandamiento.

Ronald Obaldía González (opinión personal)

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