lunes, 22 de febrero de 2010

Mayor precaución frente al terrorismo expansivo

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Una cadena de aciertos contra el terrorismo se registró en la semana que acaba de concluir, en el momento decisivo de la nueva estrategia contra el terror, ejecutada por Barack Obama, quien, repetidas veces, es señalado por los republicanos, de haber empleado opciones diplomáticas estériles. La ocupación de múltiples territorios afganos en manos de los talibanes y Al Qaeda ha quedado reducida, especialmente en Marjah y Nad Ali, a causa de los contundentes golpes propinados por la coalición internacional, guiada por la OTAN y los Estados Unidos de América, a través de la operación “Mushtarak” (juntos). Los reveses de los insurgentes islamitas no terminan ahí. Las rutas terrestres del comercio del opio y de la heroína, de donde nacen las fuentes de financiamiento de los Talibanes, han quedado también estropeadas.

Acompañando los esfuerzos de la coalición, Pakistán confirmó la captura del segundo jefe talibán, mulá Abdul Ghani Baradar, más las de ocho milicianos ligados a Al Qaeda, que operan en las regiones tribales paquistaníes fronterizas. Como sea, y sin extrañar el silencio de países árabes como Arabia Saudita, Egipto y Jordania, el asesinato en Dubái de Mahmud al Mahbuh, fundador del brazo armado de la terrorista organización palestina Hamás, mediante la operación secreta supuestamente del Mossad, habrá de ser una seria alarma para los palestinos extremistas y del propio Irán, este último patrocinador de las organizaciones armadas antiisraelíes, tales como Hizbullah, además de Hamás.

En dicha secuencia, a propósito del Irán. El informe reciente del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha puesto en aprietos a Teherán, cuya táctica de ocultamiento de sus programas de armamento nuclear, se agotan frente a las presiones de la comunidad internacional, que habrán de desembocar en nuevas rondas de sanciones emanadas de las Naciones Unidas (ONU). Esta vez, Rusia, que se resistía a castigar a los iraníes, al parecer comienza a variar de postura, sumándose a las voces de Europa y de Washington, quienes se aprestan a imponer obstáculos a las exportaciones de petróleo, las cuales proveen el 80% de los ingresos del gobierno de los Ayatolahs, que en compañía de los Guardianes de la Revolución practican una sangrienta represión contra su propio pueblo.

Al apostar por “tortuosas negociaciones” con Irán y bloquear un ataque israelí, Obama ha prevenido, hasta ahora, que haya un caos total en Oriente Próximo, permitiendo que la oposición iraní gane tiempo (Norman Birnbaum, 2009); cuando además en el Irak tiende a disminuir ligeramente la violencia. Asimismo, la Casa Blanca le ha restado el respaldo incondicional a Israel, cuanto más se acentúa la frustración de establecer el Estado Palestino, aunque todavía sin ejercer serias advertencias al Estado judío, dado que su intransigencia constituye un factor de riesgo, al cobrar, por ello, mayor fuerza el terrorismo, engendrado por el fundamentalismo islámico chiita y sunnita.

Tampoco, América Latina está eximida de la expansión del terrorismo, de cuyas secuelas Argentina fuera una vez testigo en la década de 1990, a causa del patrocinio de dichos actos, por parte del gobierno del Irán contra intereses sionistas, asentados en Buenos Aires. Lo peligroso es la visión de Obama hacia esta región, al creer que ella puede gobernarse por sí sola. Con este supuesto “se está haciendo el distraído” de la influencia de Irán en países como Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, y también Brasil, al tiempo que Washington olvida que el terrorismo y el narcotráfico, que robustece sus ramificaciones por todo el subcontinente, pueden convertirse de repente en partes de una misma ecuación (Ezra Shabot, 2010).

Justamente, la semana pasada Cuba, Nicaragua y Venezuela defendieron al Irán frente a las acusaciones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, quien tildaba al gobierno de los Ayatolahs de reprimir, de manera drástica, las organizaciones civiles que cuestionan, por fraudulento, los comicios generales que dieron lugar la reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad. El respaldo de esa tríada latinoamericana posee su lógica, por cuanto los hermanos Castro, Ortega y Chávez se distinguen en sus naciones por agredir la democracia y las libertades fundamentales (Andrés Oppenheimer, 2010). Asimismo, se han recogido pruebas acerca de la presencia de grupos fundamentalistas islámicos proiraníes, especialmente en Venezuela. Desde luego, protegidos por Hugo Chávez.

Conforme se agudicen las protestas populares que amenazan el gobierno bolivariano, tanto las tenazas cubanas que controlan ya funciones básicas del Estado venezolano, como el mismo “terror escondido”, buscarán ser útiles a modo de “armas políticas”. Y con ello sostener, por todos los medios, un régimen autoritario, cuyos días tiene contados, sobre todo si su acosado líder persiste en construir una sola nación con Cuba. Difícilmente, la sabiduría popular se equivoca: “Dios los hace y el diablo los junta”.

martes, 16 de febrero de 2010

Liberales y socialdemócratas a lo costarricense

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El liberalismo criollo tuvo la opción de volver a asentarse por un buen periodo en los comicios generales costarricenses comprendidos entre 1966 y 1974. Como exponentes de tal contexto y segunda generación liberal, son considerados José Joaquín Trejos Fernández, que venció al social demócrata Daniel Oduber en las elecciones de 1966; Mario Echandi Jiménez, expresidente, derrotado por José Figueres en las votaciones de 1970; y por último Fernando Trejos Escalante presidente de la liberal Asociación Nacional de Fomento Económico –ANFE-, superado en los escrutinios de 1974 por Daniel Oduber Quirós, en una campaña en la que sobresalió el pluripartidismo.

Esos doce años pusieron en evidencia las relativas contradicciones entre dos corrientes de pensamiento, traducidas a la tica: la socialdemocracia y el liberalismo. El pensamiento de Rodrigo Facio, quien concebía el desarrollo económico como un proceso de incremento de la productividad nacional, orientada de forma democrática en la intervención del Estado que, en consecuencia, dio origen al Partido Liberación Nacional (PLN), fue después reactualizado en 1968, por una buena mayoría de sus líderes, cuando salió a la luz pública el polémico documento de “Patio de Agua”, inspirado en la socialdemocracia alemana.

La primacía del Estado en la construcción de una sociedad justa, próspera y eficiente, así como el planteamiento de establecer en Costa Rica varios tipos de regímenes de propiedad, ya sea privada, cooperativista, mixta o comunitaria, estremeció la cabeza de la clase política liberal, agrupada en el Partido Unificación Nacional, la que había sentido como real amenaza las ideas precursoras de dicho ideario socialdemócrata, cuanto más enfatizaba “en la revolución social”, en medio de un ciclo político dominado por la Guerra Fría.

La economía del café, adherida al predominio de las familias descendientes de los conquistadores españoles (Samuel Stone), que habían de concentrar el poder político desde la época colonial hasta la década de 1940, inclusive, palparon como en adelante el esquema patriarcal liberal iba perdiendo terreno, a causa de la reforma social, la vocación por dotarle al Estado el control de la economía, garante a su vez del proceso de diversificación industrial. Además, para mantener vigencia, dichos cambios sociales obligaron a la élite cafetalera a replantear su concepción conservadora del desarrollo, que apartaba al Estado como sujeto activo.

De ahí, como proyectos políticos químicamente puros, ni la socialdemocracia, tampoco el liberalismo, fueron implantados en Costa Rica por los partidos políticos que prohijaron una u otra doctrina, si se toma como punto de referencia la segunda mitad del siglo pasado hasta el presente. Al hacer un recuento de los trascendentales aportes de ambas tendencias, se deduce que en realidad hubo una influencia recíproca, dado que los liberales adoptaron piezas ideológicas de sus opositores históricos, como también el Partido Liberación Nacional recogió múltiples tesis de la última generación de los liberales, especialmente a partir de la Administración de Luis Alberto Monge Álvarez.

El mejor testimonio de esta simbiosis lo ofrece la brillante obra de gobierno de José Joaquín Trejos Fernández, brillante humanista y académico que, al igual que el socialdemócrata Alberto Martén, tuvo la visión de fundar el Banco Popular y de Desarrollo Comunal, a fin de dar la oportunidad a todos los trabajadores de contar con su propio Banco (estatal), que garantizaría la capitalización de sus ahorros obligatorios. En este orden, el incremento del gasto público destinado a mejorar la infraestructura, estuvo presente en su gestión gubernamental. Con este principio (socialdemócrata)se integró el Caribe al Valle Central con la construcción de la carretera a Limón, una dificultad que han atravesado varios países de la región; apenas Panamá la pudo superar hace como seis años.

En cuanto a distribuir el poder, el Presidente Trejos se anticipó a los postulados del documento de “Patio de Agua”. Su versión “revolucionaria” de organización popular, bajo el estímulo del Estado, la puso en práctica con la creación de DINADECO. Mientras tanto, en Centroamérica y en la mayor parte de las naciones latinoamericanas, gobernadas por dictaduras militares, el concepto de organización popular representaba un anatema. Por eso, en el mismo tiempo de Trejos, como respuesta desafiante, se abría el telón del resurgimiento de los movimientos guerrilleros en el istmo; la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), alguna vez le quitó la tranquilidad al mandatario liberal.

Asimismo, durante su mandato el enfoque de seguridad pública absolutamente civilista, siguió la huella de la abolición del ejército, decidida por José Figueres en 1949. La filosofía que dio lugar a la creación de la Guardia de Asistencia Rural en el gobierno de Trejos Fernández, vino a dar a entender a los costarricenses que resultan innecesarias “la mano dura” o la Ley del Talión para combatir la delincuencia; que solo es cuestión de reconciliar la estrategia de la seguridad ciudadana con nuestra idiosincrasia e identidad nacionales, para evitar errores históricos. Lo de ALCOA es capítulo aparte. Los ecos de la Guerra Fría “calentaron” los ánimos de los costarricenses.

martes, 9 de febrero de 2010

Campañas para el olvido

No es posible que se nos tome por tontos con promesas propias de la chabacanería.
Por: Jorge E. Padilla Cordero/Internacionalista.

Nuestro país, al igual que el resto de América Latina, tiene retos ineludibles en múltiples áreas de su funcionamiento institucional, pero pese a los esfuerzos históricos aún no cuenta con mecanismos adecuados para enfrentar sus conflictos.

Para lograr las grandes tareas y reformas, ya no es suficiente tener una investidura presidencial. Se requieren mayorías populares que sean representadas de una manera articulada, para que los países de la región más desigual del planeta puedan, al menos, caminar.

Reforzar la educación. Nuestros países requieren pronto solventar todas esas deudas que tienen desde décadas atrás. Como quedó en evidencia con el caso de Honduras, la democracia es un sistema de múltiples interpretaciones, lo que nos dice que es urgente reforzar la educación para la vida, justamente, en democracia.

Y es que, según el informe 2009 de la Corporación Latinobarómetro, el perfil sociodemográfico de la democracia indica que a mayor educación, existe mayor apoyo hacia esta. Por supuesto, nuestro país es uno de los puntos altos de este y otros estudios, donde el apoyo y noción sobre la democracia apuntan en números muy altos y progresistas. Sin embargo, el reto permanente de una mayor inclusión social y de la verdadera participación de la sociedad civil en el proyecto país, es clave para que el respaldo hacia la democracia siga creciendo y robusteciéndose con el paso del tiempo.

Todo lo señalado con anterioridad nos remite, por supuesto, a una sincera reflexión cuando nos aproximamos a vivir nuestra fiesta democrática. Propuesta pobre. Ciertamente, la propuesta mediática de la mayoría de partidos políticos con sus claras excepciones, es rotundamente pobre y falta de calidad lo que es motivo de vergüenza para un país cuyo orgullo recae precisamente en la educación de su gente y en el criterio inteligente de sus profesionales.

Es bochornosa la forma en que nuestros impuestos son malgastados por medio de una deuda pública que financia a partidos políticos sin pies ni cabeza y que se abanderan en ridículas campañas de muñecos y ropas interiores, jugando de manera populista y demagógica con el criterio, inteligencia y el respeto del electorado costarricense.

La calidad de las campañas políticas que estamos siendo testigos hasta el cansancio, es tan mala que no contribuye al fortalecimiento y consolidación de una democracia deliberativa, participativa y verdaderamente representativa.

La política es un asunto serio, el rumbo del país es un asunto más serio; por eso, me niego a pensar que personajes del calibre de los señores candidatos que han desvirtuado la oportunidad por presentar propuestas, los vemos en la publicidad con el anhelo de alcanzar una posición de tan trascendental importancia en este país.

El panorama actual del manejo de la contienda política nos lleva a pensar que la apatía ya no será un asunto exclusivo de los jóvenes de la actualidad, sino que será parte de una población infantil que está creciendo con la imagen que le están vendiendo y que calza perfectamente en un viejo refrán: “mal de muchos, consuelo de tontos”, al fin y al cabo, qué importa que todos sepan que los políticos son malos.

La Costa Rica que yo, como ciudadano, quiero, no es una donde la seguridad pública sea convertida en un chiste bien actuado, una marioneta que refleja la rigidez de su candidato ni mucho menos, el orgullo por ser un político malo.

El país requiere de propuestas con alto nivel educativo, con calidad, con respuestas reales a los añejos y nuevos retos nacionales, a la visión del país y su posición hacia el mundo.
Costa Rica requiere urgentemente procesos de diálogo y una verdadera conciliación que reduzca la polarización y genere resultados concretos.

Reformas pendientes. Nuestro país tiene pendientes reformas gruesas que requieren verdaderos consensos, incorporación de sectores y organizaciones sociales claves, que se unan al trabajo de los partidos políticos, sin asumir las posiciones antagónicas ni obstruccionistas de algunos de estos.

Como la democracia más sólida de nuestro continente, debemos ser luz para el resto de la región. Somos un país de personas con valores, educadas y profesionales, que trabajamos dignamente día a día para un mejor futuro personal y colectivo.

El debate abierto de las ideas es la opción necesaria para formar el criterio del electorado, para demostrar la capacidad de liderazgo y el conocimiento real de lo que implica dirigir la administración pública. No es posible que se nos tome por tontos con tan nefastos mensajes y promesas propias de la chabacanería.

Con este panorama, no hay mucho que nuestros niños y jóvenes puedan aprender para la vida en democracia, abriendo peligrosos portillos para que personas amantes de la revuelta logren minar un sistema que, a pesar de sus errores, es la mejor fórmula para lograr el desarrollo humano.

La Cuenca del Caribe está enferma

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Los síntomas de descomposición social y política que registra la Cuenca del Caribe amplían el panorama de las permanentes complejidades centroamericanas. Inmersa en aquella como subregión, se ha enlazado de manera acelerada con fenómenos nocivos, provenientes de una región de mayor tamaño geográfico, que pierde competitividad y prestigio a nivel global.

Riesgos como el narcotráfico, el crimen organizado, las emigraciones, bastante arraigados en la Cuenca, además del impacto casi irreversible de los desastres naturales (pandemias, las sequías, terremotos, tragedias, inundaciones, los efectos del cambio climático) representan modernas fuentes de inestabilidad, que se confunden con una inminente “guerra social” (Vinicio Cerezo, 2009), reactivada por el estancamiento económico y social de naturaleza estructural. Mejor dicho, es el trasfondo que explica el retroceso que el istmo (y el Caribe en general) experimenta en gobernabilidad democrática, reflejado en la fragilidad en Honduras de las instituciones de la república, las tentaciones autoritarias de Daniel Ortega en Nicaragua, el cuasi Estado fallido que es Guatemala, a todo lo cual hay que sumar la inseguridad de El Salvador.

De ahí, la invalidez de la hipótesis centroamericana, como una entidad con complicaciones autónomas, como era examinada en tiempos de la guerra de las décadas de 1980 y 1990. Las realidades antes descritas están fuertemente unidas a las incertidumbres políticas que lastiman también a Venezuela donde Hugo Chávez (actor del istmo) y su proyecto “boliburgués”, sostenido por la burocracia corrupta, ha dejado ya de ser “intumbable”. Igual de manifiesto, por las deserciones en el seno del gobierno, o porque las Fuerzas Armadas, temerosas de estallidos sociales (al viejo estilo centroamericano), comienzan a guardar distancia de las aventuras del presidente con su ALBA, en su estrategia de fabricar enemigos externos como el acuerdo militar entre Colombia y los Estados Unidos de América; acaso para desviar la atención de las crisis domésticas, relacionadas con la volatilidad de los precios mundiales del petróleo, la violencia en Caracas, el desabastecimiento de la luz eléctrica, el agua, alimentos a causa de la sequía, o por la inflación del más del 25% que ha encarecido la vida de los ciudadanos.

Bajo el temor de sufrir un revés en las elecciones de la Asamblea Nacional, que tendrán lugar en setiembre de este año, un periodista colombiano advierte que además de su impopularidad, las plagas asedian a Hugo Chávez también en el frente externo. Una de ellas representa la caída de Manuel Zelaya en Honduras, ya que la nación catracha se estaba convirtiendo en interesante cabeza de playa del proyecto “subimperialista” del ALBA, quien a su vez hubo de ganar aliados en las Antillas, particularmente en los países rezagados. En el orden de pérdida de amigos,
el triunfo de Piñera en Chile, adicionado a la eventualidad de una victoria del socialdemócrata José Serra en el Brasil, son noticias desalentadoras para las ambiciones chavistas.

Del mismo modo, insuficientes réditos le proyecta a Chávez en el ámbito internacional un desprestigiado socio como el sandinismo autoritario. Por eso, entonces el retorno de lo invertido en Nicaragua está lleno de riesgos, la inversión hubiera estado más segura en Honduras, donde roban menos, cosa que podía haber atenuado el malestar de los venezolanos que increpan el uso desmedido de “la chequera petrolera” al servicio de la diplomacia expansionista del gobierno bolivariano. El cual siembra escepticismo e inquietudes alrededor de su propuesta de cooperación antiestadounidense, fundamentada en la exportación de la revolución bolivariana, en el marxismo leninismo arcaico.

Al analizar los hechos de violencia en México motivados por la narcoactividad, hay certeza de que ha corroído a Guatemala, atenazada por la acción de las bandas mafiosas locales, estrechamente vinculadas con los cárteles mexicanos, que juntos han construido allí un Estado paralelo, el cual ha favorecido la violencia delincuencial y la impunidad. El triángulo delictivo México – Guatemala – Colombia tiende a apoderarse de la Cuenca, estableciendo filiales en las islas del Caribe, en el que las organizaciones criminales de Jamaica, República Dominicana, Venezuela y hasta hace poco Haití (destrozado por el sismo), interactúan como prominentes socios subalternos, en lo que respecta a servir de plataforma en el trasiego ilegal de armas y la exportación de drogas hacia los territorios estadounidense y europeo.

Asimismo, Cuba, que agoniza, es parte de la sumatoria de incertidumbres que arroja esta Cuenca, la cual se agudiza ante el desinterés de la Administración de Barack Obama hacia América Latina, en particular la Cuenca que, salvo la realidad del narcotráfico en México y en Colombia, está lejos de representar una prioridad constante para su diplomacia y seguridad doméstica. La gran pregunta es cuándo se desplomará el régimen totalitario, o si Washington estará dispuesto a participar de los costos políticos y financieros de la inminente crisis, con el mismo vigor en que ha cooperado con los haitianos en la mitigación de los efectos del terremoto.

La probabilidad de que Venezuela con Chávez se haga cargo del derrumbe cubano será una posibilidad remota, ya que su economía, basada en los petrodólares, resiente los altibajos en los precios mundiales del crudo; de igual manera el futuro del líder bolivariano es poco promisorio. Las alarmas del régimen despótico se encendieron días atrás y en adelante habrán de ser inútiles, así como lo padece Rafael Correa en el Ecuador, el otro miembro del ALBA.

Dicho lo anterior, cuanto más se elevan las defensas políticas y la seguridad civilista en el ámbito de los principios pluralistas de la democracia, en Costa Rica se tendrá un blindaje con el que podrá mitigar los riesgos intrínsecos de la Cuenca. Esto implica la construcción de pequeñas integraciones o sociedades con las democracias avanzadas de dicha región que apuestan por el Estado de derecho, en el espíritu de descubrir líneas de cooperación en asignaturas de trabajo, tales como la seguridad humana y económica, la coordinación policial en la intercesión del crimen por las rutas marítimas, así como en el esfuerzo de compartir consensos y planes de acción comunes por la protección del medio ambiente.

A decir verdad, la Cuenca del Caribe con la presencia de la Cuba totalitaria, compuesta al cabo por el chavismo - que aspira a ejercer “liderazgo”- , la Centroamérica devaluada, el crimen organizado y sus ramificaciones, viene a ofrecer pobres señales para que sea visualizada como “un techo común” para la prosperidad y el desarrollo democrático de naciones inteligentes y pujantes, entre ellas, la que se decidió el pasado 7 de febrero a elegir una mujer como Jefe de Estado.

martes, 2 de febrero de 2010

En Costa Rica hay energía política

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

Contrario a lo publicado por algunos agoreros, pienso que la democracia costarricense se robustece constantemente. Muchos de ellos lanzan con mayor ímpetu falsas suposiciones acerca de la apatía o falta de dinamismo que encierra el proceso de elecciones que concluye este 7 de febrero. Plantean que los ciudadanos se han desilusionado del sistema político, por lo que es palpable ahora “un déficit de ciudadanía”.

El bipartidismo, según ellos, vino a ser el responsable de dicho fenómeno, ya que originó una madeja de contubernios que erosionó la institucionalidad democrática. Nada más errado que tal interpretación, ya que, con todo, las formaciones políticas que activaron tal esquema reunieron consensos, que a la postre forjaron una nación democrática, pluralista, un avanzado régimen social de derecho, más acá, la conformación de partidos emergentes.

Los profetas de las calamidades han querido apoderarse de la opinión pública; son voces dedicadas a magnificar las áreas débiles de la sociedad política, al pregonar pronósticos insidiosos que la propia realidad se ha ido encargando de desmentir. Ellos no reconocen que esa misma estructura llegó a incentivar modalidades diferentes de distribución del poder.

Tómese en cuenta como las tendencias del voluntariado y las conductas filantrópicas que comporta la sociedad civil han compensado las debilidades de la sociedad política, en especial, la de los partidos políticos, a través de la cultura de la innovación y de los emprendimientos de las empresas privadas, los desarrolladores de iniciativas, las asociaciones de empresarios, los cooperativistas, los solidaristas, las corporaciones de profesionales, las agrupaciones de mujeres, asociaciones de desarrollo, los líderes de las comunidades urbanas y rurales, los académicos en las universidades públicas y privadas, en fin múltiples entidades.

Precisamente, este talante se ve reflejado en los laboratorios científicos, en las organizaciones religiosas, culturales y deportivas, así como en instituciones públicas altamente especializadas como el Ministerio de Comercio Exterior, cuyos funcionarios acumulan un bagaje de conocimientos y habilidades, de manera tal que han logrado alinear a los intereses y necesidades nacionales los contenidos de los tratados de libre comercio negociados con diversas naciones desarrolladas.

Los nuevos sujetos de la democracia nacional están lejos de concentrarse solamente en organizaciones mediadoras como los partidos políticos, en la administración pública o en los niveles de la dirección superior del Gobierno. El auge de otros operadores está coadyuvando al mejoramiento del sistema democrático. Es aquel ejército de protagonistas que han creado prosperidad en regiones como San Carlos, Grecia, Palmares, San Ramón, Turrialba, Pérez Zeledón, Los Santos, Liberia, Barva, Santo Domingo, Garabito, en las localidades fronterizas, las cuales crecen por sí solas, por su ambición de progreso prescinden con frecuencia de la burocracia estatal.

Las redes sociales internas que lograr instituir estos actores tienden a ser más efectivas que las prácticas administrativas de las organizaciones públicas y los gobiernos locales, rezagados ante el ímpetu y laboriosidad de dichos animadores en la sociedad civil. Dentro de este paisaje, citemos además a la mayoría de los padres de familia que sacan adelante a sus hijos, formando excelentes ciudadanos.

Todo ello es el resultado de los valores nacionales, que todavía permanecen incólumes, fortalecen la identidad nacional y contribuyen a prevenir cualquier desunión o profundas divisiones, que amenacen la estabilidad social. Por esto mismo, el concepto convencional de descentralización del Estado pareciera superado, dado que en la sociedad civil funcionan relaciones de poder regional, menos formales que el aparato burocrático y el gobierno local, pero que al final se transforman en centros de poder o en grupos de presión que inciden de manera favorable en el proceso institucional de toma de decisiones, así como en la promoción del desarrollo económico.

Desde hace tres décadas el modelo de organización de “democracia de base” que evoluciona en Costa Rica con gran movilidad, suple los vacíos de la burocracia estatal, quien en determinadas circunstancias es poco diligente en dar respuesta a las demandas de las comunidades. Desde luego, que este fenómeno puede acarrear el riesgo (controlable) de lo que denominan los psicólogos sociales como “egofilia” (Dr. Enrique Umaña Montero), es decir que las personas se empeñan en perfeccionar y proteger su grupo primario, al crecer por sí solas, que es su entorno inmediato, esto en detrimento (relativo) del bien común general, o desconectada de la misión y la visión nacionales, que hubieran de funcionar siempre como un todo, donde sus componentes esenciales son interdependientes.

Dicho lo anterior, constituye entonces una equivocación desacreditar al sistema político como tal, en la presente coyuntura electoral. Todo lo contrario, el ciudadano costarricense es más “politizado” que antes, con la salvedad en que tal comportamiento suyo lo expresa de modo beligerante en instancias socioculturales primarias y secundarias (inexistentes décadas atrás), pero que dependen de la sociedad política. Cierto que en ellas encuentra mayor gozo y felicidad, por ser menos complicadas que las esferas superiores de la sociedad nacional, comprometidas a enfrentar desafíos globales, casi incomprensibles e imprevisibles.