lunes, 3 de agosto de 2009

LAS SUBCULTURAS

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El concepto subcultura es de uso común en las ciencias sociales. Hace referencia a un grupo de personas con un conjunto distintivo de comportamientos y creencias que les diferencia notablemente de la cultura hegemónica y de la ideología oficial nacionales, de las que forman parte, pero que rechazan.

Las cualidades que determinan que una subcultura aparezca pueden ser étnicas, geográficas, religiosas, políticas, económicas, morales o una mezcla de ellas. Las subculturas se definen frecuentemente por su resistencia a los valores de la cultura dominante a la que pertenecen; aunque esta definición puede ser flexible en algunos casos, dependiendo de los grados de desigualdad sustancial, ya que hay excepciones a la regla, que permiten transitoriamente la coexistencia entre la subcultura y la cultura, contrario a la oposición abierta y radical.

No obstante, al haber dentro de la segmentación cultural, una profunda desigualdad y marginalidad, se tornará inminente el conflicto, nacerá la coerción y la fuerza de la violencia, hasta trasladarse a las relaciones sociales y las actividades económicas productivas. En este fenómeno, la subcultura erosiona la sociedad política y la sociedad civil y al gobierno jurídico (Antonio Gramsci, 1932), tal como es palpable en México y Guatemala, con el ascenso vertiginoso de las organizaciones criminales, capaces de instaurar Estados paralelos. Así también, con las sectas islámicas fundamentalistas, particularmente los Talibanes en Afganistán y Pakistán, ahora aún Nigeria, cuyos tentáculos se manifiestan sólidos en su pretensión de imponer la ley Sharia, especialmente en el norte de esa nación africana.

La modificación regresiva de las civilizaciones indígenas en América, a causa de la dominación española, así como lo experimentado por innumerables etnias primitivas del África, lo mismo que en buena parte del Asia, como consecuencia de las colonizaciones europeas a la fuerza, ha representado el material histórico para la aparición de subculturas en la Era Moderna. Estos grupos humanos postergados son “las almas simples” (Gramsci, ibídem) de la civilización industrial y de la tecnología de la información. Esto mismo se convierte en dilema sin solución, cuando aparece gobernando Evo Morales en Bolivia: un producto de la miopía de la cultura oficial, si es que en se país ha habido esto último, ante la ausencia de cohesión social.

Continúan siendo “almas simples” (o subculturas) los estamentos inferiores del régimen de castas en la India, resultado de la dirección religiosa, ideológica y cultural, revestida de coerción y vinculada de manera orgánica al poder de las clases hegemónicas (idem), allí integrados los intelectuales. Asimismo, el mundo árabe se ha constituido en un enjambre de subculturas, es decir, distintos grupos humanos, receptores a solas, del sistema de valores, que fundamentados en el Islam, han sido modelados por monarquías y gobernantes despóticos y corruptos, lo que representa a su vez el material ideológico e histórico en la justificación de su hegemonía en toda la sociedad.

Por eso, el surgimiento de agrupaciones privadas en el Medio Oriente, a saber las escuelas o madrasas integristas, la Hermandad musulmana, Al Qaeda, entre otras, que reaccionan de manera irracional y violenta (la insurrección o la vía del terrorismo) como disgusto a la cultura dominante, que excluye y empobrece. Dichas organizaciones tienden a ganar adeptos en las clases sociales subordinadas, porque proponen otra “dirección intelectual y moral” (idem), que se aproxima peligrosamente a las frustraciones y los sentimientos de rechazo contra “el statu quo”.

Como se señaló, están cobrando enorme fuerza las bandas criminales del narcotráfico en México. Es un hecho cierto que sobreviven con el respaldo de la gente marginada (“los simples”), excluida de oportunidades sociales. En tales organizaciones se ha hecho común la adopción de fetiches propios de la contracultura, lo cual no deja de atraer al “lumpen” agrario y del sector urbano.

La introducción de tales componentes deformantes hace complejísimo el desafío contra la actividad del narcotráfico, pues corre parejo con la consolidación de una especie de subcultura, al tiempo que ésta se alimenta de las ganancias de la economía subterránea, capaz de responder, incluso, con armamento sofisticado a los aparatos represivos del Estado oficial.

Las organizaciones delictivas llamadas “maras” en el istmo centroamericano se transforman gradualmente en ejemplo de subcultura. Funcionan bajo ritos de iniciación y “códigos de conducta” atípicos, por cuanto se distancian de los patrones de comportamiento de la delincuencia convencional; de modo simultáneo esas bandas pueden ser vulneradas por símbolos irracionales externos, dada su condición material de marginalidad.

En el Irán del régimen represivo pro-occidental del Sha hubieron de satisfacerse todas las condiciones materiales que favorecieron en su momento al fundamentalismo islámico, una subcultura (extravagante) que con el correr de los años pasó de dominada a ser cultura hegemónica, constituida por ahora en factor de riesgo de Occidente, merced a sus intereses ideológicos, religiosos y políticos expansionistas, además de la amenaza que representan sus programas nucleares.

Igualmente, hay fracciones sociales dominantes que retroceden a la categoría de subculturas, al percibir como amenazas las pérdidas de cuotas de poder en la sociedad política y civil, en virtud de ciertas transformaciones positivas al interior de la ideología y cultura oficiales. Pueden citarse “los birthers”, blancos, de extrema derecha de los Estados Unidos de América, que difunden odios raciales contra la minoría latina y afroamericana; como también los ultranacionalistas de Europa, herederos del fascismo, quienes recurren a mecanismos violentos contra las etnias africanas y asiáticas.

Finalmente, permítanme suponer que en América hay acontecimientos que se salen de la tangente de todo lo que se ha descrito, pues “el ambiente de show” prevaleciente en Nicaragua con don Ortega y don Alemán, así como el de Honduras, personificado por don Zelaya y don Micheletti, no es otra cosa que el reflejo de “la infracultura”, fase inferior de la subcultura.

1 comentario:

  1. ammmm Te FAlTa DEtAllA lAs sUBcuLtuRas AmIGooon SuERte PaRA lA pRoXImA..
    cuA CuA CuA ....

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