lunes, 1 de junio de 2009

El semblante autoritario de la izquierda y del nacionalismo populista latinoamericano.

Por: Lic. Ronald Obaldía González/Politólogo.

El precio que hay que pagar por vivir en una sociedad dictatorial o en una que evoluciona vertiginosamente hacia ese objetivo, indudablemente, que resulta ser doloroso. Las libertades individuales y sociales conculcadas es el rubro de mayor peso de ese precio, lo cual queda en evidencia tras la reaparición de una enfermedad letal que constantemente pone en jaque a las personas, inhibiéndolas de hacer uso de sus derechos esenciales.

Los Estados despóticos o en vías de conformarse como tales, construyen aparatos ideológicos y culturales “que son los oficiales e irrefutables”. Con ellos se aplica una especie de monopolio, cuyas herramientas de defensa comprenden la imposición, la manipulación y el temor, al mejor estilo de la época de José Stalin en la fallida Unión Soviética, ya que cuestionarlos constituía una herejía, por eso se rechazaba la oposición y las críticas legítimas, toda vez que esta conducta aberrada ha atentado contra los valores intrínsecos a la dignidad humana.

Sea recordado Stalin como el déspota que fabricó una verdad dogmática, incluida una ética, lo mismo que una ciencia y cultura, para él, infalibles y oficiales. Lo que contradecía aquello, significaba la supuesta y alucinante conspiración, como también falacias derivadas del "impuro" capitalismo. Por eso la disidencia tenía visa asegurada al archipiélago de Gulap y, frecuentemente, en aras de la seguridad del Estado y de la sociedad, a miles de individuos se les condenaba a la pena de muerte, lo cual paradójicamente, le representaba la mejor alternativa, a fin de escapar por siempre de aquel manicomio totalitario.

Sobre este respecto, hay señales preocupantes y predecibles que facilitan las deducciones. Cabe echar un vistazo a los regímenes “nacional populistas” y de la izquierda latinoamericana, los cuales tratan de reproducir matices del legado stalinista, que se suponían sepultados, pero que aún sobreviven vergonzosamente en la dictadura tropical de Cuba, cuyas pasos son imitados por Bolivia, Ecuador y Venezuela (“la trinidad socialista”). Por ello, vale la pena apuntar en el cuaderno varios sucesos recientes.

Comenzaremos con “la purga castrista” contra Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, el Vicepresidente cubano y el Ministro de Relaciones Exteriores, respectivamente, porque ahora se tiene algo claro y bastante llamativo. La purga estuvo rodeada de un halo de misterio y secretismo, al ser dos figuras del gobierno de la isla, consideradas como las piezas claves de un futuro relevo generacional.

Según reporta la prensa de España, los dos líderes, calificados de traidores, fueron fumigados por el gobierno despótico de los hermanos Castro, a inicios de marzo del año en curso, con base en una historia que “parece sacada de una película de espías y agentes secretos”, que concluye con declaraciones borrosas de Fidel Castro, en cuanto que ellos (Lage y Pérez Roque) se habían dejado tentar por las “mieles del poder” y habrían alentado así “las ambiciones del enemigo”. Días después, los tránsfugas “traidores”, típico del lenguaje totalitario, remitirían cartas al Comité Central del Partido Comunista Cubano (PCC) donde reconocían "los errores cometidos".

Cita el periódico El País que Lage y Pérez Roque habrían sido filmados en secreto en una casa de campo mientras desdeñaban la capacidad de dirigir el gobierno de la isla de los Castro; criticaban la reciente designación de Machado Ventura como uno de los vicepresidentes de gobierno y hacían alusiones a los que deberían ser, según su supuesta visión más liberal, los cambios que se tendrían que dar en la dictadura.

Los videos, “en manos del gobierno cubano, habrían sido la prueba fulminante”. Por estos días, la cinta, de tres horas de duración, estaría siendo exhibida a los sectores del más alto rango del gobierno de La Habana como “prueba definitiva de la deslealtad del ex vicepresidente y del ex canciller”. El principal protagonista de esta historia sería el cubano Conrado Hernández.

Hernández era, hasta ese momento, delegado de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI) del País Vasco español, “una suerte de representante de los intereses comerciales de esa región en la isla”. Hernández era un hombre demasiado conectado con la embajada española en Cuba, la que a su vez se interesó “en conocer el pensamiento de los cuadros más jóvenes del régimen acerca de una posible transición cubana”, por ello lo habría alentado a grabar en conversaciones informales a Lage, de quien sería un amigo de la infancia, y a Pérez Roque. Según el diario madrileño, “los servicios secretos cubanos conocían el interés español en el asunto y la tarea que le habrían encargado a Conrado Hernández”.

Existen dudas en cuanto a que las cámaras ocultas en la casa de campo del cubano las hubiera instalado el servicio secreto español a través de sus agentes en la isla o bien los propios agentes de la satrapía cubana, de quienes se sugiere que Hernández dependía para “mantener el privilegio” de trabajar para los españoles. Según relata El País, incluso se presume de que Hernández “podría haber sido un doble agente que habría tratado de acomodarse tanto a los intereses españoles, que querían conocer el pensamiento de los funcionarios, como a las demandas de los servicios cubanos que, sabiendo del asunto, “le habrían pedido las pruebas, es decir, las cintas”.

Finalmente, Conrado Hernández fue detenido en La Habana el 14 de febrero cuando pretendía viajar a Bilbao con su esposa. De ahí, el título de esta amarga historia de Lage y Pérez resumido así: “no piensen, no lo digan, cuidense de su sombra”.

La segunda alarma está relacionada con los presidentes de Ecuador y Venezuela, Rafael Correa y Hugo Chávez, quienes anunciaron en estos días que sugerirán “la creación de una instancia regional que defienda a los ciudadanos y a los gobiernos de los abusos de la prensa”. El mandatario ecuatoriano manifestó que llevará esta iniciativa contra los medios "corruptos", representantes de la "oligarquía", a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y dijo esto: "Cuando sea presidente de la Unasur lo voy a plantear formalmente: crear instancias que defiendan a los ciudadanos y a los gobiernos legítimamente electos de los abusos de la prensa". La idea fue secundada rápidamente por su homólogo de Caracas, quien se encontraba en visita oficial en Quito. Hugo Chávez, por su parte, ratificó que la propuesta de Correa cuenta con todo
el apoyo de Venezuela "en su lucha interna contra este fenómeno que ya raya en la locura del fascismo".

Como es conocido, Correa y Chávez mantienen una relación tirante con varios medios privados de sus respectivos países. A este incidente de los mandatarios Andinos con los periodistas le asignaremos este título staliniano: “cállate la boca, yo soy el césar, yo enseño la verdad”. Siendo así consecuente con sus maestros José Stalin y Nikita Kruschev, el presidente Hugo Chávez inventó eliminar de la bibliotecas públicas venezolanas todo tipo de literatura, incompatible con los principios socialistas de la revolución bolivariana, tal como lo reseñó una buena crónica de prensa que hizo difundir por esta vía del correo electrónico el Embajador José Joaquín Chaverri.

Siguiendo con la cadena de sucesos regionales. Hay que ponerle atención a la salud mental de Evo Morales, el Presidente de Bolivia, pues por doquier sospecha de conspiraciones y amenazas de muerte en su contra. Según él, estas son fraguadas, no solo por los adversarios de Santa Cruz de la Sierra, sino que por croatas, húngaros (y hasta por extraterrestres). Tienen razón los psicólogos al afirmar “que a algunos personajes le salen los demonios cuando se les concede poder”.

Asimismo, en el lado de la izquierda latinoamericana que se presumía ser racional en comparación con el populismo demagógico, es triste observar a Chile que (junto con Venezuela) encabece los primerísimos lugares en cuanto a rearme en la región, puesto que ha incrementado los gastos en defensa militar en estos años, a fin de satisfacer el apetito (riesgoso) de sus influyentes Fuerzas Armadas y, de este modo, impedir la desviación de su misión de tutelar allí la democracia, con todo que Chile es uno de los 15 países con mayores disparidades de ingreso entre ricos y pobres, únicamente superado por Brasil en el área sudamericana (Fabián Callel, 2009).

Quizás esto último sea la razón principal de que ya se dejaran de escuchar los procesos judiciales contra aquellos uniformados del Ejército que asesinaron a casi 4000 ciudadanos en los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet. Por eso deduzco también que en la culta nación chilena ha sido complicado el proceso de resolver todavía la crisis de hegemonía entre el Poder Ejecutivo y las Fuerzas Armadas, o lo peor, como es alcanzar un indisimulable contubernio.

Sin embargo, no todo está perdido en el mapa de la izquierda y del nacional populismo latinoamericano. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, protector insigne de una de sus hijas adolescentes, ha llegado a ser creativo en prevenir el descrédito de estas corrientes políticas: ha organizado grupos de místicos rezadores en las avenidas de Managua para que oren por la paz, demasiado distinta al tipo de “ paz de los cementerios” que reinó en los tiempos del primer Daniel Ortega. ¡Ciertos personajes de la región tienen el derecho a la conversión!

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